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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


jueves, 6 de diciembre de 2012

LA INTENSIDAD DE UN BESO INESPERADO

Aquella lengua sedienta de deseo hurgaba con maestría en cada hueco de su boca
    Muchas caras se volvieron cuando Olivia N. entró en la sala de juntas, unos minutos después de que la reunión hubiera empezado. Lucía un elegante traje de chaqueta rojo de Roberto Verino que ceñía su figura, realzando la belleza de su rostro y el negro brillante de su larga melena. Sigilosa, tomó asiento, abrió su maletín de ejecutiva y sacó un bloc de notas. Mientras escuchaba atentamente al conferenciante, su jefe, se dio cuenta de que el caballero que se sentaba justo enfrente de ella no le quitaba los ojos de encima. Las intensas miradas llegaron a turbarla tanto que no conseguía captar el mensaje con claridad. Así, garabateando palabras apenas ilegibles en el cuaderno y soportando un sudor intenso que atravesaba su cuerpo y se clavaba en sus mejillas enrojecidas, transcurrió una hora que se le hizo eterna. Terminó el discurso del presidente de la firma a la que prestaba sus servicios y los reunidos abandonaron sus asientos para hacer una pausa, acompañada de café y pastelitos diversos. Olivia no se levantó. Intentaba poner orden en sus notas cuando sintió el contacto de una mano que se posaba en su hombro. Giró la cabeza y se topó con la mirada ávida del ejecutivo que había pasado el tiempo escudriñando cada rincón de su anatomía de hembra poderosa...
   -¿Cómo te llamas? ¿De qué empresa eres? ¿Me acompañas a tomar un café? El galán la acosaba a preguntas sin respuesta y Olivia, impasible, seguía inmersa en sus notas como si nadie se hubiera dirigido a ella.
   -¿No vas a contestarme?, belleza de rojo, insistía el hombre.
   -Soy Olivia, respondió sin inmutarse y sin levantar la vista del bloc de notas.
   La amplia sala de juntas se había quedado vacía. El ejecutivo cerró el cuaderno de Olivia y le pidió con insistencia que se tomara unos minutos de descanso. Ella accedió a levantarse. Los ojos verdes del hombre recorrieron su figura y volvieron a turbarla. Fingió su nerviosismo, entretenida en alisar los pliegues de su falda. Él, consciente del efecto estremecedor de sus intensas miradas, aprovechó el momento para agarrar la barbilla de ella, acercarla a su boca y besarla tiernamente. Olivia, recatada, intentó retirarse pero el ejecutivo, lejos de permitirlo, la abrazó con fuerza y volvió a besarla. Labios pegados y lenguas anudadas en una unión que se afianzaba intensamente cada segundo transcurrido. La timidez femenina fue desapareciendo guiada por aquella lengua sedienta de deseo que sabía a caramelo de menta y hurgaba con maestría en cada hueco de su boca. Olivia olvidó que estaba en una reunión de trabajo besando a un desconocido en una fría sala de juntas y ofreció una entrega sin fisuras al juego caprichoso de la boca del hombre, que abandonó el interior de la suya para iniciar un recorrido por las mejillas ardientes y enrojecidas; descender por la piel suave de su cuello y alcanzar el enclave donde se unían y alzaban sus pechos turgentes...
    La pareja se perdió el café y la pausa. Olivia acertó a retirar de su cuerpo la cabeza del hombre al sentir el ruido de la puerta que se abría. Abrochó con disimulo los dos primeros botones de su camisa y compuso con esmero la elegante chaqueta roja. Se acomodó en su asiento y volvió a sus notas como si nada hubiera ocurrido... Pero ocurrió. Y aquella mirada verdosa y fija situada frente a ella se lo recordaba a cada instante... Fingía prestar atención a un discurso que en aquellos momentos le sonaba a chino. Palabras que volaban sin encontrar su lugar en una mente entregada al recuerdo del beso apasionado...                  

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