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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


domingo, 9 de diciembre de 2012

ANHELOS, PESARES Y PENAS DE AMOR

Desconcertada, lamentó perder  amor por no haber sabido negar sexo...
    Katty Lloyd reconoce que no le gusta vivir sola y que la falta de amor, de un hombre con quien poder compartir penas y alegrías, le produce ansiedad y un cierto desasosiego... Además, cada noche que sale vuelve a casa con la sensación de que su media naranja no se ha perdido en la barra de ningún bar. A causa de dicho convencimiento, la negativa a acompañar a sus amigas en sus escarceos nocturnos se reitera con demasiada frecuencia últimamente. Alega que el alcohol le sienta cada vez peor, que la jornada siguiente a la salida nocturna tiene que pasarla en la cama a causa del tremendo cansancio e, incluso, que vislumbra nuevas arrugas en su rostro después de cada juerga...
                                              
Conclusión: no ha salido en toda la Semana Santa o, para ser más exactos, no lo ha hecho con sus amigas. Como viene sucediendo de un tiempo a esta parte, ha querido tentar a la suerte en la pantalla de su ordenador. Con tanto soltero buscando pareja en los portales dedicados a la cuestión, le resulta increíble pensar que uno de esos caballeros no sea el queel destino se ha propuesto poner en su camino y, convencida de dicha circunstancia, teclea y teclea, de un perfil a otro, superando las decepciones que le han acarreado sus recientes citas con pretendientes contactados en la red LA BÚSQUEDA DEL AMORLA DECEPCIÓN DE KATTY LLOYD
    Una tarde aciaga de estas vacaciones recibió en su Smart Phone un mensaje de un galán interesado en “conocerte y tomarme un colacao contigo”, rezaba textualmente la petición. Lo del colacao le pareció una idea original y divertida, pero antes de aceptar la propuesta corrió a encender su portátil para entrar en el perfil del susodicho y comprobar que respondía a sus expectativas. En la pantalla apareció el retrato de un rostro masculino atractivo y de amplia sonrisa. “Aprobado”, murmuró para sus adentros, y corrió a devolver el mensaje aceptando la invitación.
   Quedaron citados en una cafetería cercana a su domicilio y la primera impresión que Katty tuvo del galán fue muy positiva. Hablaron de sus trabajos respectivos, del mundo, de las relaciones humanas y hasta del sexo de los ángeles... En un momento de la animada conversación, el desconocido tomó entre las suyas una de sus manos blancas y empezó a acariciar sus dedos largos y finos... A ella no le incomodó el gesto hasta que vio entrar en el local a su vecino, el guapo Adonis, acompañado de una explosiva rubia. REGALOS DEL DESTINO No se dignó a saludarla y ella se puso muy nerviosa, sin saber si decirle algo o quedarse callada, o levantarse con la excusa de ir al baño para pasar por delante de la pareja y provocar el obligado saludo. Se sentía tan desconcertada que su acompañante llegó a percibir su nerviosismo y le preguntó qué ocurría. “Nada”, mintió mientras seguía embobada en la rubia que iba con su vecino, preguntándose qué tendría de especial y por qué él la llevaba a merendar, cosa que nunca había hecho con ella. Rebobinó hacia atrás en su mente la cinta de sus encuentros con Adonis y comprobó desilusionada que se habían limitado al salón y a la alcoba del ático de arriba. Aún más desconcertada, lamentó perder amor por no haber sabido negar sexo. De repente, la entretenida conversación que mantenía con su acompañante se había diluido y ambos permanecían en silencio, él acariciando sus manos y ella mirando hacia otro lado... Pensaba en si sería realmente así, si los hombres perdían el interés por las mujeres que se entregaban en la primera cita e, incluso, repasó en su memoria las relaciones de parejas estables que conocía e intentó recordar qué sabía de sus primeros encuentros... Era consciente de que sus amigas habían superado este hecho, fuera o no real, y eran mujeres libres que hacían lo que les pedían sus cuerpos en cada momento, sin importarles lo que los hombres pudieran pensar de sus actos... ¿Por qué ella no podía ser igual y tenía sufrir la tortura de recordar a los amantes que creía haber perdido por no saberse negar? “La diferencia -concluyó- para sí misma- es que mis amigas no quieren una pareja y yo sí, pero no la encontraré si continúo actuando como ellas”.
    Dicho y hecho. Volvió a centrarse en su acompañante y pensó cuánto le gustaba. Se preguntó si no sería él ese hombre, el anhelado, y se dio cuenta de que sí, de que podría suceder... Y así, siguiendo el mandato de sus pensamientos, se despidió amablemente de él. Era la primera cita de ambos y no quería caer en la tentación. El hombre, cortado y sin entender los motivos del sorpresivo plantón, la besó fugazmente en las comisuras de los labios. “Hasta el próximo día”, se despidió Katty mientras abandonaba como si huyera su asiento y el local sin saludar a Adonis, pero mirando de reojo sus manos plantadas en la estrecha cintura de la rubia...                           

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