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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


domingo, 9 de diciembre de 2012

UNA TENTACIÓN Y UN POEMA

    El ángel con la herramienta enhiesta la abrazaba mientras la serpiente tentadora se colaba en su interior humedecido...
   Emi Abbott salió del trabajo muerta de hambre. Eran más de las tres de la tarde y no había probado bocado desde la noche anterior. Cansada y aturdida, ni siquiera recordaba si tenía comida en su casa, por lo que decidió saciar su apetito en uno de sus restaurantes preferidos, situado en la Gran Vía de Madrid. No había reservado mesa y el local estaba lleno, así que decidió sentarse en la barra y pedir una copa de vino y una hamburguesa especial de la casa. Distraída en sus pensamientos, ni siquiera miró al camarero que le  preguntaba qué tipo de vino quería.
                                             
  -El de siempre, respondió cual autómata, sin levantar la vista del periódico que sujetaban sus manos y dando por hecho que, por su condición de cliente asidua, todo el personal del establecimiento conocía sus gustos.
  -Disculpe, señora. Soy nuevo y no sé cuál es el vino que usted acostumbra a tomar.
   Ella dobló el periódico, lo colocó sobre la barra, alzó la vista y su rostro se volvió blanco y pétreo al contemplar al empleado que esperaba su respuesta. No era él, pero parecía una fotocopia de uno de sus amantes, la tentación tatuada.  UN TATUAJE EVOCADOR
   -¿Señora? ¿Se encuentra bien?, inquirió el camarero.
  -Si, disculpa, respondió ella. Es que te pareces muchísimo a un amigo mío y pensaba que eras él, pero no. Él tiene todo el cuerpo tatuado, hasta el cuello. Tú no, apuntó señalando con la mirada el pecho blanco del joven que se vislumbraba tras la camisa del mismo color.
  -Quién dice usted es mi hermano, afirmó su interlocutor, muy seguro de sus palabras. Somos iguales y mucha gente nos confunde. Yo no llevo el cuerpo tatuado, pero el brazo sí. ¿Quiere verlo?, le preguntó sonriendo.
   Emi asintió con el gesto y el joven desabrochó el puño de la camisa y la remangó hasta descubrir su antebrazo. Ella sintió que el ángel rojo y negro con el pene erecto que el camarero tenía grabado en su piel la miraba con cara de sátiro y se ruborizó.
   -¿No le gusta?, quiso él saber.
   -Si, por supuesto. ¿Te importa pedirme la hamburguesa? Estoy muerta de hambre.
   -Claro, ahora mismo. Esta noche veré a mi hermano y le diré que la he conocido. ¿Cuál es su nombre?
  -Emi. Es la señora Emi, una de nuestras mejores clientes, le contestó una camarera morena que había escuchado la conversación. Cuídala mucho, le sugirió.
    El camarero sonrió y Emi volvió a coger su periódico y simuló que lo leía. En realidad, su mente deambulaba por paraísos eróticos... Imaginaba una noche de pasión con los hermanos tatuados, el ángel con la herramienta enhiesta que la abrazaba mientras la serpiente tentadora se colaba en su interior humedecido... Sintió que empezaba a sudar, se despojó de su chaqueta y la colocó cuidadosamente en el respaldo de la silla. Soñaba despierta al tiempo que el agua del deseo inundaba su cuerpo... Saboreaba su hamburguesa lentamente y regaba su boca con sorbos cortos de vino tinto. Pensó en preguntarle al camarero cuándo terminaba su jornada para concertar una cita con él. Mejor, con los dos. Las escenas de un encuentro apasionado con ambos hermanos asaltaban su cerebro. Pensó que estaba un poco loca... No quiso precipitarse y llamó a la camarera morena.
   -¿Sabes cuándo termina ése de trabajar?, le preguntó señalando con el gesto al objeto de sus deseos.
  -Es guapo, ¿verdad? Pero no se ilusione, señora Emi. Es de la otra acera, le advirtió la morena con desparpajo.
   -¡Qué pena!, se limitó ella a contestar.
   Terminó su plato y pidió un café. No podía dejar de mirar al camarero del ángel tatuado. Sacó una libreta pequeña del fondo de su bolso y garabateó en sus páginas el siguiente poema:
Tatuado el antebrazo
con el ángel negro
y rojo.
Con su miembro viril
anillado, alzado, aliado.
Encadenado
a él.
A ti.
A mi.
En la santa Humanidad
del deseo deseado.
Del amor aplazado.
Alejado, alado,
aéreo aromático
con sabor celestial.
Sin pudor
Con verdadero amor.
Él,
Yo.                         

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