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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


martes, 11 de diciembre de 2012

LA DULCE ALICIA

Alicia vivía un auténtico infierno junto a aquel hombre que se convirtió en un extraño
     La Dulce Alicia estaba locamente enamorada de su marido, que fue su pareja durante veinte largos años y con el que tuvo una preciosa niña. La convivencia deterioró tanto la relación que, durante la última etapa que pasaron juntos, la vida junto a aquel hombre que se convirtió en un extraño fue para Alicia un auténtico infierno
                          
    La hija de Alicia va a la misma clase que el hijo de mi amiga Wynie Smith. Ha sido ella quien me ha hecho partícipe de la -primero truculenta y después emocionante- historia de Alicia, con quién ha pasado muchas tardes de charla mientras los retoños de ambas jugaban juntos. Me ha tocado tanto la fibra que he decidido contarla, y convertir a La Dulce Alicia en otro de los personajes femeninos de Ábremelo Ya.
    El marido de Alicia se transformó en un celoso espía-guardaespaldas poco después de ser padre. Pasaba las horas, los minutos y los segundos inspeccionando con lupa y censurando cada uno de los gestos y actos de ella, cándido e incomprendido corazón que no conseguía entender qué le estaba ocurriendo a su pareja y por qué extraña razón se empeñaba en hacerle la vida tan cruel. Él permanecía en silencio cuando le preguntaba por el asunto o le pedía explicaciones en medio de cada una de las broncas sonoras que recibía sin motivo y de modo cotidiano. Estas dolorosas circunstancias empezaron a arrebatarle la salud: perdió peso, enfermaba con frecuencia y se levantaba cada mañana con profundos círculos grises rodeando la mirada triste de sus ojos verdes.
    Su hermana y sus amigas se preocuparon tanto que decidieron reunirse un buen día para orquestar una solución que pudiera sacar a Alicia de aquel infierno. A partir de aquella cita empezaron a visitarla con frecuencia y el máximo tiempo posible, con el fin de evitar que se quedara largos ratos a solas con quien bautizaron como “el ogro”. Hablaban, pedían y hasta suplicaban a Alicia que se separara de él y luchara por recuperar su vida y rodearse de un ambiente más agradable en el que ver crecer a su hija. Pero ella se obstinaba en el amor irracional e insensato que sentía por aquel hombre y se negaba a escuchar la palabra divorcio. Aunque nada bonito ni tierno, salvo una preciosa niña, los uniera ya. Aunque no tuviera ni un solo momento agradable que rememorar a su lado en el pasado reciente. Aunque durmieran en camas separadas y la última vez que hicieran el amor se hubiera perdido en el abismo de los recuerdos. Y aunque el futuro que le esperaba a su lado no pudiera presentarse más repleto de miedos y sombras...
    Después de mucho insistir, el grupo femenino más cercano a Alicia consiguió sacarla de las paredes envenenadas de su hogar y llevarla a disfrutar de las noches madrileñas. Iban al cine, a tomar cañas, a bailar... Y, aunque solo fuera en esos ratos que pasaba con sus amigas, el brillo volvió a adornar su verde mirada triste. Efímera felicidad, porque el ogro no estaba dispuesto a soportar que su mujercita pasara las madrugadas fuera de casa “como una zorra cualquiera”, según le gritaba a su vuelta. Y las cómicas aventuras noctámbulas de Alicia se tornaban trágicas cuando cruzaba la puerta de su hogar... El ogro lanzaba por su boca sapos y culebras que taladraban su cerebro cual aguijones llenos de hiel. Ella corría a su habitación con sus dedos presionando los oídos, incapaz de escuchar tanto improperio junto. Cerraba la puerta, se metía en la cama y hundía la cabeza bajo la almohada. Pero en algunas ocasiones ni siquiera tenía la oportunidad de esconderse en su refugio. Su niña se despertaba asustada, llorando y repitiendo, presa del pánico, que su papá le daba miedo... Alicia procuraba tranquilizarla, la abrazaba con fuerza y la llevaba a dormir a su lado.
    La relación de la pareja se deterioraba aún más conforme pasaban los días. Y Alicia se maldecía para sus adentros mientras preparaba la comida o planchaba las camisas de un hombre que vivía a su lado pero no se dignaba a dirigirle la palabra... De un hombre del que, de forma inexplicable, permanecía enamorada. Porque los impulsos de su corazón generoso le decían que aguantara, que luchara por ese amor; que él reflexionaría y cambiaría; y que habría un premio al final del tortuoso camino: el de ver crecer a su hija en el seno de una familia armoniosa y junto a unos padres que se amaban...
     ¿Creéis que La Dulce Alicia consiguió la paz en su vida y la felicidad junto a su pareja o que, por el contrario, la situación se agravó aún más de lo que estaba?
   Espero vuestros comentarios a este relato. Podéis hacerlos debajo del artículo, pinchando en la pestaña "escribir un comentario". ¡Contestaré a todos!

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