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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


domingo, 23 de diciembre de 2012

LA ÚLTIMA RACIÓN DE SEXO EN LA PISCINA

    ...Atravesó su anatomía con la lengua, regó su cuerpo de besos y pétalos de rosas y recorrió con sus labios los rincones más íntimos...
    Katty Lloyd volvió a la ciudad después de disfrutar del periplo vacacional que le tocaba con su hijo, y dispuesta a aceptar la invitación de El Pijo para marcharse ambos unos días de descanso a cualquier lugar costero. Sin embargo, esa invitación no llegó a materializarse o, al menos, no lo hizo como ella esperaba.
                                                  
    Katty se citó con El Pijo en un coqueto local de su barrio. Hacía casi un mes que no se habían visto y hablaron un poco de todo. Para ser más exactos, charlaba ella mientras él la escuchaba atentamente y le hacía alguna pregunta. En ningún momento El Pijo le comentó sus intenciones ni hizo referencia al plan de vacaciones compartidas al que la había invitado la última vez que se vieron  SEXO EN LA PISCINA. Tuvo que ser Katty quien se lo recordara.
    -Y tú, ¿qué has pensado sobre nosotros? ¿Pasaremos unos días juntos?
   -Me marcho de España, Katty. Me ha salido una oportunidad de negocio en Brasil y la he aceptado. Estoy desmontando mi casa, pero puedo invitarte a pasar un par de noches a mi lado. Y a despedirnos juntos de la piscina, precisó con una sonrisa pícara.
   Katty no sabía que pensar, qué cara poner ni cómo asimilar con naturalidad semejante bombazo. Sin embargo, era consciente de que El Pijo había tomado una decisión razonable y no tenía por qué contar con ella. No era su marido, ni su novio, ni siquiera una pareja más o menos estable. Unas cuantas cenas y algún encuentro sexual no le daban derecho a exigirle nada. Permaneció callada mientras hacía estas reflexiones y él intuyó sus pensamientos.
    -Tienes un hijo y una vida hecha aquí. Yo soy más joven que tú y nada me ata en este país. La situación se está poniendo muy fea, me han ofrecido un buen negocio fuera y no creo que deba rechazarlo.
    -Lo entiendo. No te preocupes por mi, le soltó ella tímidamente.
   -Cuando esté instalado te enviaré un billete para que vengas a visitarme, le anunció en un tono que a Katty le resultó sincero.
    -Me encantaría, se limitó a contestar.
    Se despidieron un rato después y volvieron a citarse al día siguiente. En esta ocasión, en la casa de El Pijo, situada en un barrio residencial a las afueras de Madrid. Katty metió en un bolso de viaje de mano un par de bikinis, una toalla, un modelito para la noche y un set de maquillaje. Tomó un taxi y comprobó satisfecha que él la esperaba en la puerta de la vivienda. Una vez que el vehículo se hubo parado, El Pijo abrió la puerta trasera y le tendió su mano para ayudarla a bajarse. “Detalle de caballeros”, pensó Katty para sus adentros. Aunque ya tenía claro que él no era el hombre con el que soñaba y al que buscaba en la red y en el mundo real, quería estar perfecta para las últimas noches que habrían de disfrutar juntos en mucho tiempo...
   Gozaron del sexo durante dos largos días sin que Katty llegara a mirar ni a tocar con sus manos el pequeño pene de su compañero. Sí lo hizo con su boca, quizás en deferencia a todo el placer que él se esmeraba en propinarle. La última noche, El Pijo la tumbó desnuda al borde de la piscina y atravesó su anatomía con la lengua, regó su cuerpo de besos y pétalos de rosas y recorrió con sus labios los rincones más íntimos, incrementando su excitación al ritmo de los alaridos de ella y celebrando con cada gemido que fuera capaz de hacerla tan feliz. Porque, en honor a la verdad y mucho más tratándose de El Pijo, la importancia del tamaño es relativa para Katty.  
    Pasaron juntos las dos noches que él le había prometido y se despidieron con un tierno beso, como si volvieran a verse en breve. Ninguno de los dos quiso pensar entonces en la distancia que se interpondría entre ellos y el amor...
   Cual capricho del azar o del destino, Katty recibió la llamada de EL MUSCULOSO al día siguiente. Como podréis imaginar, queridos lectores, se citó con él. Lo que ocurrió os lo contaré en un próximo post...         

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