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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


sábado, 8 de diciembre de 2012

EL AMANTE DURADERO

Jadeaban al unísono, sus cuerpos empapados de sudor sobre la ancha cama...
   Wynie Smith estaba citada con El profesor de Matemáticas DESAYUNO AFRODISÍACO en uno de sus bares habituales y quería mostrarse perfecta. Hacía mucho tiempo que no se habían visto, aunque él era el más fijo de sus amantes. De entre todos los hombres con los que se había relacionado desde que obtuviera el divorcio, era el único con el que seguía manteniendo encuentros esporádicos. “Ése pesado nos va a durar más que El Polaco”, ¿EL TAMAÑO IMPORTA? acostumbraba a decirle Emi, mientras Olivia N. y Katty Lloyd se reían y asentían. Olivia solía recriminarle a Emi que le diera tanta caña a su amiga cada vez que quedaba con él. “No entiendo por qué te molesta tanto. Si continúa viéndolo después de dos años será porque le gusta y yo me alegro por ella, que es lo que deberías hacer tú en lugar de enfadarte”. Pero Emi no podía soportarlo “porque no aguanto a las personas que se creen dueñas de la verdad y pretenden sentar cátedra cada vez que hablan” repetía a Wynie. Y ésta, la interesada, escuchaba las reprimendas de su amiga por un oído y las sacaba por el otro. No pensaba terminar con una relación que Emi estuvo ya a punto de romper y que, precisamente por dicha circunstancia, se había vuelto cada vez más esporádicaEl profe se negó a quedar con ella y su círculo de amistades si Emi estaba presente, y generalmente lo estaba. Así que Wynie tenía que hacer cábalas para cuadrar los días en que no podía salir porque estaba con su hijo, los que dedicaba a sus amigas o a otro amante, y los pocos que restaban para encontrarse con él. Katty, por su parte, le insistía en que no podía pretender quedar bien con todos y le pedía sinceramente que hiciera lo que más deseara en cada ocasión, le gustara o no a Emi. Y la noche en  cuestión fue una de esas ocasiones. Aunque Emi la telefoneó para que salieran juntas, Wynie no dio su brazo a torcer y se citó con el profe.
                                 
  Cuando llegó al local donde habían quedado, un bar de jazz al que él acudía habitualmente, lo vio sentado cerca de la barra hablando con una chica muy joven. Rápidamente se levantó, salió a su encuentro y se dispuso a presentarlas. Wynie se sobrepuso a la incómoda sorpresa de encontrarlo acompañado y saludó amablemente a la muchacha. Poco después se disiparon sus temores. El hombre la besó largamente en la boca delante de la jovencita y el dijo al oído que la deseaba y que se marcharían en breve.
     Durante el lento paseo al domicilio de Wynie, el profe le explicó que la chica del bar era una alumna que se había enamorado de el. Que le pedía reuniones sin venir a cuento, que lo buscaba en los descansos entre las clases y que lo telefoneaba con frecuencia. Le reveló que una noche cometió la tontería de acostarse con ella en el apartamento que compartía con otras estudiantes y tuvo la desfachatez de repetir la experiencia, hasta que la alumna quedó atrapada en las redes del amor hacia el experto y maduro profesor y empezó a sufrir. “Quise dejar de verla, le aseguré que estaba comprometido y no se lo creía. Se obsesionó conmigo y me perseguía hasta mi casa. Opté por citarla aquí a la misma hora que a ti, para que te conociera y me creyera”, le confesó.
   -Nada de esto habría ocurrido si nunca te hubieras acostado con ella, ¿verdad? Eres igual que todos los tíos. Os pierde la polla, le dais el gusto y luego no sabéis solucionar los conflictos que provocáis. Que sepas -le advirtió en tono enfurecido- que es la primera y la última vez que me utilizas para quitarte de encima a una de tus alumnas. O a cualquier otra mujer, recalcó. No quiero saber nada de tus líos testiculares. No me interesan.
    -Disculpa, no volverá a ocurrir. Tampoco pienses que te he llamado solo por esto. Tenía ganas de verte. Te deseo mucho, de verdad, le aseguró mientras la atraía hasta su cuerpo y le hacía sentir su miembro duro tras el pantalón de lana que vestía. Mira cómo me pones, mira cómo me pones, repetía.
     Besos largos en cada esquina que cruzaban, en el portal del edificio donde vivía Wynie y en el ascensor. El roce continuo con la herramienta enhiesta del hombre transportó a la mente de ella la imagen del falo poderoso entrando y saliendo de su cuerpo, y un río de aguas tórridas manó de su interior. Y el tiempo, cual varita mágica, convirtió la imagen en realidad para deleite de ambos, que jadeaban al unísono, sus cuerpos empapados de sudor sobre la ancha cama. Y en cada embestida de la lava sobre el cráter del volcán en erupción, Wynie se derretía en el universo del placer...
     Por muy buena amiga que fuera Emi y mucho que le dijera, estaba convencida de su acierto cada vez que aceptaba las citas de su amante más duradero. El hombre pareció adivinar sus pensamientos: “Me gustaría que nunca nos priváramos de la dicha de encontrarnos. Aunque sea solo de vez en cuando”, le expresó en tono cariñoso y con un gesto risueño dibujado en su semblante... Era el primer intermedio de la larga noche de pasión que se regalaron...                      

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