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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


domingo, 9 de diciembre de 2012

LOS AGAZAPADOS

     Pollita agazapada: hombre cobarde que evita caer en las redes del amor
   Después de disfrutar de tan suculenta merienda en casa de Wynie SmithMIS AMIGAS  abordaron el trasfondo de la última novelería de Katty Lloyd: la pollita agazapada. Con tal calificativo define a un tipo de hombre cobarde en el que ve representado a su amante belga. De hecho, empezó revelando que, tras escuchar otra vez de sus labios el mítico “llámame cuando vuelvas a Madrid”, había sentido miedo y se había agazapado, es decir, estaba huyendo de la atracción tan fuerte que ella le provocaba y no quería caer de nuevo en la tentación de sus besos. CONFIDENCIAS FEMENINAS
   Viviendo tan lejos e interrumpida la conexión telefónica por ambas partes, la red se convirtió en el único medio de comunicación entre los amantes. En los buenos tiempos de la relación hablaban a veces por el chat de Facebook y rememoraban los momentos intensos y las pasiones vividas. Pero ahora no pasaban precisamente por buenos tiempos y El belga, que había utilizado recientemente el citado medio para dar señales de vida, estaba arrepentido. O al menos, así lo interpretaba Katty. Cada vez que abría su página de la red social lo veía en el chat sin la lucecita verde encendida, lo cual significaba, a su juicio, que estaba ahí pero se desconectaba para no hablar con ella. Para no escuchar y para no sentir. “Está agazapado”, dedujo, y bautizó el hecho con el nombre de pollita agazapada. Explicó que dicha expresión era atribuible solo a los hombres casados, que pretenden mantener a toda costa la comodidad de sus vidas y se resisten a sucumbir a la pasión, por mucho que ésta los llame. “Pueden tener una aventura esporádica, dejando siempre claro que no asumen mayores complicaciones. De ahi no pasan", aseveró.
  Olivia, por su parte, rebatió el argumento de Katty con una sentencia de peso. “¿Hombres casados? No, hombres cobardes”, subrayó categórica. Puso el ejemplo de El de 28, soltero y sin compromiso conocido, que se pasa la vida agazapado. Eran novios y estaban enamoradísimos, hasta que él terminó con la relación de forma inesperada y repentina. Se habían amado apasionadamente durante varios meses, en la cama, en cualquier rincón de las casas respectivas y hasta en los baños de los bares, sus cuerpos envueltos por el calor y la premura del deseo. “Tenía miedo de quedar atrapado en mis redes... Se había enamorado y tenía miedo”, repitió. “¿Y quién tiene miedo al amor? Los cobardes”, afirmó rotunda. Solteros o casados. El estado civil no tiene relación con la cobardía que caracteriza a gran parte de los individuos pertenecientes al llamado sexo fuerte”, puntualizó irónica.
     Algo ofuscada, anunció que se había cruzado con El de 28 por la calle, sus rostros frente a frente, y ni se dignó a saludarla. Calificó su actitud como deplorable y precisó que el vergonzoso episodio dio paso al silencio. Ni llamadas ni conexión por red. Actuaba de la misma forma que El belga: se desconectaba del chat cuando veía que ella entraba. “Aquí lo tenéis, agazapado total”, indicó al tiempo que mostraba al grupo la pantalla de su iPhone para demostrar la afirmación.
    Después de la detallada confidencia, Katty tuvo que admitir que no era necesario estar casado para agazaparse, aunque seguía insistiendo en la realidad, para ella incontestable, de que los hombres casados que se dedicaban a seducir fuera del hogar terminaban convirtiéndose en pollitas agazapadas. Y, con su mirada fija en el rostro de Wynie Smith, puso también a Ése como ejemplo.
   -Ése no está agazapado, saltó Wynie dándose por aludida. Ha desaparecido literalmente, especificó. No he tenido noticias suyas desde nuestro último encuentro, el primer día del año. A estas alturas, doy por hecho que no quiere volver a verme.
   -Pues no se te ve muy afectada, intervino Emi, su mirada azul oculta por las mismas gafas oscuras que usa para pasar desapercibida en El Maligno.
   -¿Y qué remedio me queda? No pienso suspirar por un tipo que vive con otra mujer.
   -Vamos, que no quieres volver a verlo, dedujo Katty.
   -Tampoco te confundas. Es él quién no quiere saber nada de mi.
   -Otra #pollita agazapada, insistió Katty. Seguro que hace lo mismo que El belga y El de 28; no se conecta al chat para no arriesgarse a coincidir contigo.
    -Por supuesto. Ya os dije que ha desaparecido. Del chat y de la faz de la Tierra, aclaró.
    -Como El Polaco, anunció Emi. No sé nada de su vida desde el año pasado. Alguna vez lo he llamado por teléfono y no me lo ha cogido. También doy por hecho que se le rompió el amor...
     -De tanto usarlo, continuó Wynie. Quítate las gafas, pidió a Emi.
     La susodicha negó con el gesto. Wynie se levantó de su asiento y, de un manotazo, dejó al descubierto la mirada azul y llorosa de su amiga.
    -Estás llorando por El Polaco, ¿verdad?, quiso asegurarse. El amor debe doler mucho. A quienes lo sentís, claro.
   -Habló la racional, refunfuñó Katty. Ya me contarás dónde vas a echar tu estudiado raciocinio el día que te encuentres a Ése.
  -Se lo comerá con patatas y le sabrá riquísimo, contestó Olivia a carcajada abierta... Wynie y Katty secundaron los risas y Emi, despacio, musitó un lacónico “vosotras seguid riendo, que ya vendrán las lágrimas...”

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