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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


domingo, 9 de diciembre de 2012

DESQUICIADAS POR LOS HOMBRES

    Las lágrimas de Paloma Soñadora por un cínico seductor
    El pasado fin de semana, mi amiga Olivia N. recibió en su casa a Paloma Soñadora, una colega que llegó de Barcelona para pasar unos días en la capital. Se habían conocido la misma noche que Olivia tuvo su primera aventura con El Elegante LA NOCHE DE ABREMELOYA!!! IIPaloma era la novia del mejor amigo de este y ambas mujeres congeniaron de maravilla, aunque la catalana -una chica guapísima- era 20 años más joven que Olivia. En teoría visitaba la capital para asistir a la fiesta de inauguración del nuevo local nocturno que El Elegante y el ex marido de Olivia habían abierto en una de las zonas de copas más concurridas de Madrid pero, en la práctica, fue otra razón la que propició el viaje: reencontrarse de nuevo con su novio, que le había pedido un tiempo de reflexión...      
                                                  
   Con veintipocos años, Paloma Soñadora se había enamorado hasta el tuétano de un hombre que pasaba de los 40. Y, con la ingenuidad y la frescura que caracteriza a la juventud, cometía el error de repetirle una y otra vez lo mucho que lo amaba. El tipo, un seductor empedernido, encontró en ella el chollo de su vida: una chica guapa y joven a la que se llevaba a la cama cada vez que le daba el calentón, y cuando se aburría la apartaba de su lado con excusas absurdas del tipo “te quiero pero necesito estar solo”, que a ella le parecían convincentes. En esta ocasión, pretendía que le diera tiempo.
  “Dile que el tiempo lo da el reloj, no tú”, le aconsejó Olivia cuando La Soñadora la telefoneó para pedirle que la acogiera en su casa el fin de semana. “Mándalo a tomar por saco, es lo mínimo que se merece”, le recomendó muy segura de sus palabras, porque la vida se había encargado de enseñarle bien cómo tener a los hombres a raya. “Vente a Madrid y no lo llames. Te lo vas a encontrar en la fiesta”, le aseguró. “Si quiere estar contigo, lo aprovechas, y si no, te buscas a otro, que eres muy guapa y no te van a faltar candidatos para elegir”, sentenció.
   La Soñadora colgó el teléfono y repitió varias veces las palabras de Olivia. Le hubiera gustado seguir sus consejos, pero existía un pequeño inconveniente: no tenía invitaciones para ir a la fiesta y necesitaba pedírselas a El Elegante, razón por la cual quedaba descartado el factor sorpresa. Tenía claro que éste avisaría a su amigo de la visita. No obstante, lo llamó y consiguió sendos tarjetones, uno para ella y otro para Olivia.
    La noche del evento se presentaron las dos, despampanantes y vestidas a la última. El seductor se deshizo en elogios con su novia, un bombón que se convirtió en objeto de todas las miradas. Orgulloso de su conquista ante los ojos ávidos de la jauría masculina, intentaba aparentar que bebía los vientos por ella... Sin ser así...
    La que se llevó varias sorpresas fue OliviaEl Elegante llegó acompañado de su mujer, cuando a ella le aseguró el día que se reencontraron que había roto con su novia -no esposa- y que era un hombre libre. Y, no contento con su sucia mentira, intentaba seducirla de nuevo a espaldas de la legítima pero Olivia, mujer experta y de armas tomar, le dejó claro su desfachatez y no le dirigió una sola palabra durante el largo rato que permanecieron en el local. Tampoco le faltaron pretendientes. La segunda sorpresa se la dio el propio novio de su amiga. El Seductor, seguro de que contaría con los favores de La Soñadora, se dedicó a jugar con disimulo al picaflor e intentó besarla y tocarle los pechos en varias ocasiones. Olivia lo rechazó de forma educada, aunque su comportamiento la indignaba tanto que le hubiera gustado soltarle algún improperio y humillarlo públicamente. Si no lo hizo fue para ahorrarle el disgusto a la amiga inocente, soñadora y enamorada...
   Avanzada la madrugada, Paloma Soñadora comunicó a Olivia que se marchaba a dormir en casa de su novio y que se quedaría con él el resto de los días que tenía previsto pasar en Madrid. “Es lo lógico”, asintió ella. “Mañana te acercas a mi casa y recoges tu maleta. Disfruta y no te preocupes por nada”, le recomendó.
   Nada más lejos de la realidad. Al día siguiente, La Soñadora se presentó en casa de Olivia hecha un mar de lágrimas. Después de hacerle el amor hasta saciarse, el Seductor le pidió que volviera a casa de su amiga. “Te quiero mucho pero no me encuentro bien últimamente. Necesito estar solo”, le aseguró. Y con el cinismo propio de ese tipo de actitudes, acarició el rostro bello y lloroso de la muchacha y le repitió lo mucho que la quería. Lo peor de todo fue que La Soñadora lo creyó. Y así, invadida por el llanto y desquiciada de los nervios, se fue a buscar el consuelo en los brazos de su amiga...              

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