.

.
Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


lunes, 17 de diciembre de 2012

LOS HOMBRES DE KATTY

     El Pijo y el sexo en la cocina...
     Dos días después de la cena en su casa, Katty Lloyd recibió un romántico poema de El Mulato. Con palabras elocuentes, le decía que conocerla lo había hecho muy feliz y que era consciente de no ser correspondido por su parte, pero que contara con él para lo que deseara: un rato de conversación, unas palabras de ánimo, unas copas o un masaje... No lo descartó. Se limitó a sonreír orgullosa y seguir a lo suyo. En los últimos días se multiplicaban las propuestas de caballeros que pretendían conocerla o ansiaban volver a verla. EL AMOR Y, DE CAMINO, EL SEXO
    En lugar de aceptar otra cita a ciegas sin saber dónde iba a llevarla, decidió salir a tomas unas copas con su amiga Estefanía a la discoteca de postín de la que ésta última es cliente asidua. KATTY, EL AMOR Y EL SEXO. Poco después de llegar conoció a un joven de 30 años; de aspecto y estilismo mega pijo y modales exquisitos, con el que congenió inmediatamente. Charlaron y tomaron juntos un par de copas que él se ofreció a pagar. No se besaron ni se tocaron en varias horas, aunque a ella no le hubiese importado. Ese hecho no implica que pensara tomar la iniciativa. No era mujer de las que hacen esas cosas.
    El Pijo debió intuirlo, porque nada más salir de la sala de fiestas, ya de día, la abrazó y la besó apasionadamente. Sin palabras. En medio de la calle transitada. Katty no reaccionó. Su compañero le quitó el habla y se dejó llevar por las caricias de la lengua masculina en cada uno de los rincones de su boca.
    -Me gustaría estrenar contigo esta bonita mañana, pero vivo con mis padres. Lejos de aquí, en La Moraleja, le dijo el joven cuando recuperó el aliento tras el largo beso.
    -Te invito a dormir en mi apartamento, si quieres, le contestó ella al instante, sin pensarlo. El Pijo le gustaba y su estado era muy abierto. No era el momento de placeres desechados ni oportunidades perdidas. El amor podía aparecer en cualquier hombre, aunque fuese más de diez años menor que ella. Y éste, según le contó, había empezado a trabajar a los 16 años, tenía varias empresas a los 30 y se codeaba con gente mucho mayor. No parecía ningún niñato. Más bien al contrario: Katty lo percibió inteligente y resuelto.
   Aún le gustó más cuando el portero de la discoteca le entregó las llaves de un lujoso vehículo rojo aparcado justo al lado de donde se encontraban. Él abrió la puerta y Katty le dedicó una amplia sonrisa al acomodarse en el ancho y confortable asiento de cuero negro. Estaba encantada con la compañía y con el episodio de llegar a su casa en ese coche, sin tener que preocuparse de si pasaban taxis o no. Se encontraba tan en su salsa que pensó en el largo tiempo que hacía que no salía con nadie del universo perroflauta. El mundo pijo era donde mejor se encontraba.
    Al entrar en casa se dirigieron a la cocina con la intención de beber agua y empezaron a desnudarse. Él la empotró contra la encimera primero y después, contra el frigorífico, mientras sus dedos hurgaban en cada uno de los huecos de la anatomía femenina. A Katty le resultaban muy placenteros los juegos en la cocina, pero salieron de allí y se tiraron en el sofá cuando la excitación de ambos iba in crescendo.
    La decepción llegó en el sofá, cuando El Pijo tomó una de sus manos para que lo tocara y Katty se percató de que lo que tenía era un penecillo, de los más pequeños que había visto en su vida. ¿EL TAMAÑO IMPORTA? Hizo como la que no le importaba y siguió el juego... Ya sabía que El Pijo tampoco era su hombre, pero aceptó con gusto que se quedara en su casa el resto del día e incluso acordaron una nueva cita pocas jornadas después...
   Otro más para la lista de hombres a los que frecuenta últimamente, aunque sepa que ninguno es el adecuado y tenga claro el deseo de seguir buscándolo. Ahora anda con tres para entretenerse antes de sus vacaciones familiares: EL MUSCULOSO, con el que espera citarse en breve; El Mulato, al que no descarta volver a ver; y El Pijo. Justo antes de terminar estas líneas me ha llamado Katty para contarme que acaba de conocer en la red a un arquitecto guapísimo, de 39, que llevaba un rato chateando con él y que habían quedado para mañana. "¿Será ése el de la piscina?", le he preguntado. Ella ha soltado una carcajada y ha prometido darme noticias.
    Nota: Emi Abbott ha soñado un par de veces que ve a Katty Lloyd como esposa de un caballero de muchos posibles y anfitriona de una gran mansión con piscina. De momjento, no han aparecido ni el caballero, ni la mansión, ni la piscina. Por supuesto, os mantendré, queridos lectores, puntualmente informados.                                                                                                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario