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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


viernes, 28 de diciembre de 2012

FETICHISMO

  ...Quiero restregar tus bragas usadas por mi pecho y mi vientre y seguir bajando hasta sentir la excitación máxima, la erección perfecta...
    Después del desengaño sufrido con El Psiquiatra RELACIONES Y DECEPCIONES, Katty Lloyd ha vuelto a sumergirse en la pantalla de su portátil en busca del amor ansiado, ése que se resiste a aparecer en su vida y que, cuando lo hace, llega envuelto en la túnica de la decepción. UNA MUJER, UN ORDENADOR Y UN SUEÑO
    A través de uno de los portales de encuentros en los que está inscrita, empezó a chatear hace pocos días con un tipo algo más joven que ella, simpático y muy atractivo. El galán en cuestión se definió como "arquitecto, enamorado del género femenino y en continua investigación sobre la naturaleza de las relaciones humanas". La primera vez que conversaron le dijo que le encantaba la ropa de mujer y que una de sus aficiones preferidas era acompañar a sus amigas a hacer compras de vestuario y complementos. A ella no le resultó raro. Incluso podría decirse que el comentario le agradó. Lo consideraba propio de un hombre abierto y nada machista. No le gustaba salir de compras sola y recurría con frecuencia a la compañía de sus amigas. Nunca había tenido la suerte de conocer a una persona del sexo opuesto que se prestara a compartir esas largas tardes de probador en probador y de tienda en tienda. 
                                     
    A medida que se incrementaban sus charlas telemáticas en cantidad y duración, los comentarios del arquitecto empezaron a inquietarle. Le preguntaba con insistencia qué llevaba puesto, si le gustaba usar ligas o ropa interior sofisticada, cuantos centímetros tenía el tacón más alto que podía aguantar y cómo era de fino... Lo que en un principio le parecía peculiar y gracioso empezó a resultarle inoportuno, pesado y falto de interés. No obstante, se dejó llevar y se prestó a su juego contestándole un reguero de preguntas con carácter personal e íntimo...
    Quería conocerlo y le extrañaba que no hubiera llegado a proponerle una cita de forma concreta. Sí lo hizo, en una ocasión, de modo indirecto. Le dijo que le gustaría estar con ella en el cine y, en la penumbra de la sala, recorrer con los dedos sus altos tacones y acariciar con suavidad sus largas piernas envueltas en unas finas medias con costura lateral. Ella aprovechó la referida confesión para pedirle abiertamente que fueran juntos al cine. Le sorprendió que su intercolutor le contestara con evasivas y cambiara de tema...
     El arquitecto pasó de los tacones y las medias a la indumentaria de cuero. Le aseguró que le encantaban las mujeres con falda de cuero muy estrecha, o con un corpiño de dicho material que realzara y moldeara los pechos. Insistió en que ambas prendas debían ser de color negro y quiso saber si a ella le gustaba vestirse así. Katty, que se consideraba una mujer moderna y abierta aunque de estilismo clásico, no le mintió al contestarle que en su armario no había nada de cuero.
    -¿Ni siquiera una chaqueta?, escribió él.
  -No. Mis chaquetas son de tela o de lana. A veces he llevado cuero por exigencias profesionales. Recuerdo un anuncio en el que salía con minifalda y botas altas de cuero negro.
    -Fantástico!!! tecleó él. Envíame el vídeo y vamos a jugar con él. Te voy a poner unas ligas y un top de los que me gustan con un programa que tengo por aquí.
   -Primero: fue hace mucho tiempo y no creo que conserve el video. Segundo: me da la impresión de que eres muy fetichista.
    -Por supuesto, contestó él. Soy un apasionado del fetichismo y me excitan todos los objetos o prendas de uso típicamente femenino.
    -¿Hasta qué punto?, se interesó en saber ella.
   -Hasta un punto importante, se reafirmó el. Me encantaría tener ahora mismo unas bragas tuyas usadas, tipo tanga, y restregármelas por mi pecho, mi vientre y seguir bajando hasta sentir la excitación máxima, la erección perfecta. Se me está poniendo dura solo de pensarlo.
    Katty se quedó petrificada frente a la pantalla. No se esperaba esa respuesta y vaciló unos minutos antes de seguir.
    -¿Sigues ahí? ¿No te ha gustado mi respuesta? ¿Te has enfadado?, insistió él.
    -No estoy enfadada. Observo un exceso de fetichismo en tus palabras y no sé cómo actuar. Será mejor que, por hoy, nos despidamos, tecleó ella instantes antes de apagar el portátil. No esperó la respuesta del fetichista.                               

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