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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


jueves, 27 de diciembre de 2012

ÁCIDO OTOÑO

Lo que el verano se llevó, lo que se quedó en el camino y lo que trae el otoño
   Emi Abbott se ha incorporado a la vorágine laboral con un sentimiento de obligación        -no de gusto- que le ha enseñado las garras con más fuerza que nunca. Es consciente de que, en la durísima situación que atraviesan la mayoría de los profesionales del Periodismo en España, el sillón de directora desde el que ejerce su cargo y la nada desdeñable nómina que le ingresan cada mes no le dan derecho a quejarse. Sin embargo, lo hace. A gritos, pregunta a las paredes de su confortable salón para qué quiere ser directora si no puede elegir a ninguna de las personas que integran su equipo; si tiene que conformarse con profesionales inexpertos, mediocres y hasta inútiles solo porque no exigen ni salarios ni derechos o son enchufados de los dueños de la publicación. La rabia se acentúa porque dicho problema recae en ella y lo sufren su cuerpo y su mente, ya que la obliga a echarse encima más carga de trabajo de la que puede sobrellevar.
  Emi tiene clarísimo que conserva su puesto porque la revista ha ganado dinero a espuertas desde que ella la dirige y, aunque los beneficios han mermado con la crisis, no se han visto obligados a cerrar como les ha ocurrido a otras publicaciones de la competencia. Y sabe también que las ganancias están directamente relacionadas con su dedicación y buen hacer, pero es precisamente esa dedicación la que le está robando el tiempo, las fuerzas e incluso las ganas de vivir. Sus hijas se han criado con su ex marido, primero, y ahora con su madre, mientras ella ha ido dejando en su sillón de directora hasta el último suspiro. Inmersa ya en la crisis de la mitad de la vida, está enamorada hasta el tuétano de El Polaco y no encuentra la forma de permanecer a su lado. ¿Para qué quiero tanto dinero, si no puedo levantarme cada mañana junto al hombre que amo?, sigue gritando a las paredes. Ése es el dilema de su vida actual, lo que la intranquiliza y le quita el sueño.
    Como parece ser ley que domina la existencia humana, cada persona ansía lo que no tiene. Al contrario que EmiWynie se niega, por principios incrustados en cada fibra de su piel desde que se divorciara, a compartir su vida con hombre alguno. Acaba de perder a EL TUITERO precisamente por haberse opuesto a que vivieran juntos y ha comprobado, recién llegada de sus vacaciones familiares, que él había decidido, pese al amor que le confesara, despertarse cada mañana al lado de otra mujer: La Otra, una ex novia que se ha dedicado a pregonar su felicidad en cada esquina de la red y a dejar claro al público en general -por si alguien tenía dudas- que El Tuitero es suyo desde hace más de un año y suyo sigue siendo. UN AMOR DEVORADO POR EL MAR
    -Vale, vale, ya me he enterado, comentaba Wynie a su amiga Emi, con el teléfono en la mano derecha y los ojos -rojos de indignación- clavados en el perfil de La Otra en Twitter.
    -¡Que mujer más basta! ¡Contar esas intimidades en Twitter! ¡No entiendo por qué pierdes el tiempo en leer las ordinarieces que escribe semejante poligonera! ¡Seguro que hasta tiene faltas de ortografía!, exclamaba Emi en un tono no exento de rabia. Quería tanto a su amiga del alma que, cuando Wynie se enfadaba o sufría, a ella le dolía hasta el fondo de éso, del alma.
    -Sí, claro que tiene faltas, ¿y qué? Él está con ella, no conmigo, se lamentaba Wyniesubiendo el tono de una voz que Emi notaba dolida a través del aparato. No he podido conquistarlo. De nada me ha servido ser tan culta, haber recorrido el mundo y devorado miles de páginas, continuaba protestando, las lágrimas prisioneras en sus ojos porque se negaba a dejarlas salir y el corazón atado por las cadenas del raciocinio para que no tuviera la tentación de expresar sentimientos indeseados. (Continuará)

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