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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


jueves, 20 de diciembre de 2012

AMIGOS, AMANTES Y RECUERDOS

  ...Sentimientos que se esfuman aún con más fuerza de la que llegan...
    Después de la aventura con El Profesor de Matemáticas, NOCHES ARDIENTES Wynie Smith empezó ilusionada la última semana que estaría en la ciudad antes de marcharse de vacaciones. Le quedaban varios encargos pendientes de entregar y se propuso liquidarlos con la máxima premura. Así tendría tiempo para acometer con tranquilidad los preparativos de un viaje que la llevaría -junto a su hijo- a la casa familiar de las islas Canarias, donde pasarían todo el mes de agosto.
    Estuvo trabajando durante toda la jornada del lunes y, al atardecer, sintió hambre y recordó que su frigorífico estaba vacío. No le quedaba más remedio que salir a comprar. Se aprovisionó en el supermercado vecino a su domicilio y, a la vuelta, vio una kawasaki aparcada en la puerta del edificio donde residía. Tuvo la sensación de que era la moto de EL AMIGO DE LOS 80. Aunque habían hablado por teléfono en varias ocasiones, no se veían desde que, tras amarse en aquella pensión de Chueca, ella le hiciera saber que no volverían a tener sexo porque lo quería solo como amigo... POR EL AMOR DE UNA MUJER
   Miró a su alrededor y no vio a nadie. Justo cuando estaba metiendo la llave en la cerradura del portal le llegó una fuerte bocanada del aroma a barón dandy característico de El Amigo de los 80. Giró la cabeza y allí estaba, con su mítica chupa de cuero negro y su sonrisa ancha.
    -Me invitas a un café?, le preguntó.
    -Por supuesto. Vamos. ¡Cuánto tiempo!, exclamó Wynie.
   -Si no me ves más es porque no quieres. Deja que te suba las bolsas, anda, le indicó al tiempo que pellizcaba su trasero. Vendría a tu casa todos los días a comerte entera. Te veo y me pongo hecho un flan.
    -No empieces. No quiero. Lo acabas de decir tú mismo, le contestó ella en tono serio.
    Él no respondió y entraron en la vivienda. Wynie se puso a preparar el café y él se sentó en el sofá. Encendió un cigarrillo y, tras la primera calada, lanzó junto al humo la siguiente pregunta:
    -¿Qué soy yo para ti?
    Wynie se volvió hacia él y lo miró fijamente.
    -Un amigo. Uno de los pocos amigos de género masculino que tengo, recalcó.
    -¿Pocos? Creí que eran muchos.
  -Conozco a muchos hombres, por supuesto, pero a casi ninguno considero amigo. Conocidos, amantes ocasionales, amigos especiales, follaamigos... Tengo listas para varias categorías pero la de amigo a secas, así, tal como suena y con todo lo que conlleva, está casi vacía en lo que a hombres se refiere. Y en ese casi te incluyo, precisó.
    -¿No es posible que me cambies de lista?, le preguntó él, soltando una sonora carcajada. Prefiero estar en alguna de las que se folla.
    -Sabes que no es posible. ¿En qué idioma te lo tengo que decir?
    -Da igual. Me cuesta entenderlo. Máxime después de haberlo probado.
    -Me pillaste desprevenida, en una etapa muy confusa de mi vida y también eso lo sabes. Te repito que será mejor que lo olvides...
     Wynie sirvió el café y siguieron hablando un rato; hasta que El amigo de los 80 se despidió tras constatar que tampoco esa tarde tendrían sexo. 
     Ella permaneció sentada en el sofá, meditando acerca de la naturaleza de las personas y el porqué de las relaciones que entablan. Lamentó no tener suficiente química hacia El Amigo de los 80, con lo dispuesto que estaba siempre para un revolcón. Y no pudo evitar que sus pensamientos se pararan en la última decepción: la que acababa de llevarse con EL TUITERO. Le resultaba increíble que hubiera desaparecido de su vida de repente, sin motivos ni explicaciones. Después de decirle que le había alegrado la vida, que cada momento a su lado era mágico, que la quería y que la iba a echar mucho de menos cuando se marchara de viaje...
   Ignoraba por completo qué había acontecido en su mente para que tales sentimientos se esfumaran con más fuerza aún de la que llegaron y le dolía asumir la nueva situación sin llegar a entenderla. Quería consolarse pensando en que faltaban pocos días para dejar Madrid y sus recuerdos pero era consciente de que solo lo conseguiría cuando estuviera lejos. En el mar...
   Mientras tanto, dos gruesas lágrimas caían por sus mejillas. La voz de Joan Manuel Serrat inundaba la estancia: “... Entre tu y yo la soledad... Y un manojillo de escarcha...”

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