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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


viernes, 7 de diciembre de 2012

UN PLANTÓN NADA ELEGANTE

     Olivia y Wynie esperaron y desesperaron...
   Emi, Wynie, Olivia y Katty no fueron capaces de aunar sus intereses y ponerse de acuerdo para salir juntas el fin de semana. Emi decidió seguir enganchada a las obras cumbres de la literatura erótica universal y comunicó a sus amigas que no tenía intención de moverse de casa ni viernes ni sábado. Últimamente le había cogido el gusto a la costumbre de refugiarse en los libros; era su forma de escaparse de una realidad que la angustiaba. Katty, por su parte, ya tenía plan. Después de varios encuentros en el ciberespacio y una cita real en una cafetería de su barrio, el ejecutivo que conoció en la red insistió en invitarla a cenar¿SALIR DE COPAS O LIGAR POR INTERNET? No dudó en aceptar la propuesta. Estaba contenta y se vanagloriaba de ello ante sus amigas. “Es un tipo súper educado, muy atractivo y con la cartera bien llena, como a mi me gustan. Estoy harta de perder el tiempo con niñatos que no tienen donde caerse muertos. Es lo que tendríais que hacer vosotras”, insistía al resto del grupo.
  Olivia y Wynie, por el momento, no eran muy partidarias de las citas virtuales. Dicho ésto, decidieron echarse a las calles y reservaron mesa para cenar en un restaurante italiano del centro de la ciudad. Era viernes por la noche y un fin de semana sin niños ni compromisos de ningún tipo les abría sus puertas. El local estaba medio vacío cuando llegaron. ¡Un viernes a las 10 de la noche! Los estragos de la crisis, comentaron mientras tomaban asiento. Aún no habían acabado el primer plato y Wynie, de espaldas a la puerta, contempló el rostro emocionado de Olivia y el color encarnado que afloraba a sus mejillas.
     -¿Qué ocurre, reina? ¿Estoy perdiéndome algo digno de ver?, preguntaba impaciente a su amiga.
    -Acaba de entrar El Elegante con un par de amigos, contestó Olivia. Aún no alcanzas a verlos, pero vienen hacia aquí. Me ha fichado nada más abrir la puerta y me ha guiñado el ojo, especificó. LA NOCHE DE ABREMELOYA!!! II
    El grupo masculino, tras saludar y piropear a las dos amigas, ocupó la mesa contigua. Ellas siguieron dándole a la sin hueso, al rissotto y a la pasta. Sabedoras de que El Elegante vigilaba a Olivia por el rabillo del ojo, se entretenían especulando si volvería o no la cara, o si se decidiría a preguntarles dónde pensaban tomarse la copa...
   No ocurrió ni lo uno ni lo otro. Continuaron las miradas furtivas y de reojo que El Elegante dedicaba a Olivia y la ausencia de conversación -ni siquiera un mínimo cruce de palabras- entre los ocupantes de las dos mesas contiguas. Finalizada la cena, Wynie llamó al camarero para pedir los cafés y la cuenta, y Olivia se levantó con la intención de salir a la calle a fumar un cigarrillo. En ese momento, El Elegante volvió la cara y se dirigió a ella abiertamente:
    -¿Os marcháis ya?, quiso saber.
   -Pronto, pero no ahora mismo. Nos faltan el café y pagar. Salgo a fumar, puntualizó ella.
   -De acuerdo. ¿Queréis venir a tomar algo con nosotros?, preguntó él.
   -Puede, contestó Olivia haciéndose la interesante.
   -Cuando vuelvas de fumar te convenceré, guapa, espetó él, muy seguro de sí mismo.
    Tan seguro que acertó. Las dos accedieron a tomar una copa con el trío de hombres en el lugar que ellos proponían: un viejo club de ambiente rockero que no frecuentaban desde hacía años. El Elegante sugirió que los esperaran allí, puesto que habían terminado de cenar y a ellos todavía no les habían servido el segundo plato...
     Olivia y Wynie esperaron y desesperaron en el local en cuestión. El grupo masculino no apareció y, según calcularon las amigas, había pasado tiempo suficiente para que se tomaran todos los platos del restaurante. “Esto es un plantón en toda regla, Olivia”, constató Wynie. Haz el favor de llamarlo y pedirle explicaciones.
    -No entiendo nada, no entiendo nada. Eran las únicas palabras que acertaba a pronunciar Olivia, el rostro contrariado, la mirada fija en la puerta de la calle y un lagrimón surcando su mejilla.
   -Sécate esa lágrima de cocodrilo y llámalo, le pidió Wynie en tono socarrón. A ver si les ha ocurrido algo, apuntó con una sonrisa pícara.
    El Elegante no contestó a las varias llamadas que le llegaron del teléfono de Olivia. No había otra razón distinta que el par de tetas de la camarera que les sirvió la mesa, con la que también se había citado cuando terminara su jornada en el restaurante. Olivia, sin embargo, atribuyó el plantón a otro motivo distinto y no dudó en contárselo a su amiga.
     -¿Sabes qué le ocurre a El Elegante?
     -Cualquier cosa. Ni idea. Puede que haya conocido a otra, apuntó Wynie.
   -¿En tan poco tiempo? Ya te digo yo que no. Lo único que ocurre -aseguró convencida Olivia- es que le da corte volver a la cama conmigo.
    -¿Corte? ¿Por qué? No lo entiendo.
   -Porque es medio impotente. No se le empina, confesó, y Wynie comprobó satisfecha que el lagrimón de cocodrilo había abandonado el rostro de Olivia, que lucía una sonrisa tan ancha como sarcástica...
  La noche, como estaréis imaginando, no terminó ahí. En el próximo post seguiré contando...

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