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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


martes, 4 de diciembre de 2012

TRES NOCHES

   ...Encuentros envueltos en deseo y fuego...
   Emi Abbott acaba de pasar tres tórridas noches junto a El Polaco, a quien no veía desde el pasado verano PASIÓN ANIMAL. Su amante llegó a Madrid un jueves para participar en una exposición-feria de tapices de los siglos XVIII y XIX y regresó a Varsovia el domingo. No la avisó con la necesaria antelación, y Emi tuvo la mala suerte de que ese fin de semana le tocara trabajar y no pudiera delegar en nadie de su reducido equipo las tareas pendientes. Dicha circunstancia provocó que apenas pudiera dormir en todo el fin de semana, puesto que pasó los días trabajando y las noches amando con la pasión inusitada que caracterizaba unos encuentros envueltos de deseo y fuego.
    La noche de la primera cita se presentó en el hotel con un BIZCOCHO DE LIMÓN 4,3,2,1 que había preparado con mimo para la ocasión -sabedora de que a él le encantaba- además de unos bombones de fino chocolate suizo que compró en su pastelería preferida. Los citados dulces constituyeron la única cena de la pareja, y los saborearon acompañados de una botella de champán que El Polaco solicitó al servicio de habitaciones del hotel.
   Emi vistió la intimidad de su cuerpo con un exclusivo conjunto de lencería roja de encaje -el preferido de su amante- que él retiró de su piel después de rociarlo con las gotas doradas de la espumosa bebida y de regalar a sus pechos las caricias fogosas de su lengua experta. Tal como había ocurrido en citas anteriores, volvió a comprobar que estaba en los brazos del mejor amante de su vida. Una vida que se le antojaba corta en comparación con los 61 años de existencia de su hombre.
    Se amaron hasta quedar extenuados en las noches del jueves y del viernes. El sábado, Emi pidió a su madre que se quedara con sus hijas para disfrutar junto a su amante de una comida en un restaurante de moda del centro de la ciudad. La velada se prolongó durante dos horas y se trató del único tiempo de esta última estancia de El Polaco en Madrid en que lo vio vestido. Cada noche que llegaba al hotel después de trabajar, su hombre la recibía desnudo en su habitación. La obsequiaba con el intenso deseo que brotaba de cada uno de los poros de su piel, la mantenía achuchada entre sus brazos y atravesaba su interior con el fuego que encendía su potente virilidad al alcanzar la erección completa.
    Emi alcanzó la plenitud en la felicidad extrema que le producían esos momentos de inigualable intimidad y a su lado comprendió que la hacía vibrar de una forma especial e intensa, proporcionándole sensaciones jamás sentidas con hombre alguno. Pero el amor se presenta a menudo con dos caras, la dulce y la amarga, y la miel se transformó en hiel antes de que la ansiada visita tocara a su fin.

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