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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


miércoles, 5 de diciembre de 2012

LA EDAD DEL AMOR

       “… Con veintipocos años, los chicos actúan como el conejito Duracell, mete y saca hasta que se acaba la pila...”
     La tarde avanzaba y las cuatro amigas continuaban su conversación sobre las relaciones con hombres mucho más jóvenes. MUJERES MADURAS Y SUS AMANTES JÓVENES Katty insistía en la imposibilidad de que una aventura perdurara cuando la diferencia de edad entre la pareja era tan grande. Y Wynie, aún emocionada por la felicidad que había experimentado con el muchacho de 23 años y mirada transparente, se ofuscaba al escuchar los argumentos de su amiga. Le emocionaba la posibilidad de volverlo a ver y repetir aquellos momentos de gloria... ENCUENTRO ESPERADO... Y DESEADO
     -No entiendo por qué te empeñas en continuar una historia que no tiene sentido. ¿Qué pretendes tener con un chico al que casi doblas la edad? No seas ridícula, Wynie.
    -¿Me llamas ridícula por querer volverlo a ver? No estoy pensando en casarme con él, ni siquiera en ser su novia... Me conformo con amarlo de vez en cuando.
     -Pues lamento decirte que te vas a quedar con las ganas. Pasará de ti en caso de que os encontréis de nuevo, ya me lo confirmarás. Además, tampoco me creo que sea tan buen amante como dices. A los veintipocos años, los chicos carecen de la experiencia necesaria para satisfacer a mujeres como nosotras. El mío era tipo conejito Duracell, mete y saca, mete y saca hasta que se le acabó la pila.
    -Eso le ocurriría al tuyo, Katty. No fue así con el mío y tampoco creo que Olivia piense lo mismo de El de 28, ¿verdad?, preguntó señalando con el gesto a la aludida.
    -El de 28 en la cama era un cañón, respondió ésta convencida. En ese sentido, nada que objetar. Ahora bien: creo que Katty acierta cuando afirma que las relaciones son imposibles si la diferencia de edad entre la pareja es tan grande.
    -Otra igual, refunfuñó Wynie. ¿por qué, Olivia? Explícamelo, a ver si me convences.
    -Por una razón bastante simple: los intereses de ambos son muy dispares cuando uno pasa tantos años al otro. El de 28, por ejemplo, quería hacer lo normal en los chicos de su edad. Conocer gente, bailar hasta las tantas en una discoteca, salir, salir y salir. Y yo prefería quedarme en casa con él, en plan tranquilo, del sofá a la cama y de la cama al sofá. No me importa salir algún día, desde luego, pero de eso a pasarme las noches enteras en la calle hay un abismo.
    -Me acabas de recordar a El PolacoOlivia, terció EmiEL DESPERTAR SEXUAL DE EMI ABBOTT Con 60 años, lo único que quería era cama y sofá. Muchas veces me apetecía salir a cenar y no había forma de sacarlo del hotel. Cuando venía para tres o cuatro días, por ejemplo, nos encerrábamos en la habitación y no pisábamos la calle en todo el tiempo. Ese plan llegaba a agobiarme, pero como me hacía tan feliz en la cama me olvidaba del encierro.
    -No se trata solo de salir más o menos, chicas, apuntó Katty. Como bien acaba de decir Olivia, los intereses, en general, son muy dispares. Con 22 o 23 años un chaval está casi empezando su vida adulta. Piensa en terminar sus estudios, en buscar un trabajo, en independizarse... Incluso en marcharse al extranjero. Nosotras tuvimos esa experiencia hace muchos años y nuestras preocupaciones actuales son muy distintas. Las que no estamos situadas intentamos sobrevivir en medio de esta jungla, y las que habéis tenido la suerte de encontrar la estabilidad económica, como Emi, pensáis en cenar en un buen restaurante, en ir al spa, en viajar. Intereses distintos, está claro...
    -Desde mi punto de vista estáis desvariando, amigas, sentenció Wynie. Que yo sepa, para encamarse con alguien no es necesario que coincidan los intereses vitales. Con la atracción física basta...
    -La que desvaría eres tú, Wynie. Tu querido muchachito no va a prestarse al juego de ser tu amante. ¿Para qué? Seguro que puede tener a la chica que se le antoje. ¿Y va a estar pensando en buscar a la señora mayor para llevársela a la cama? Venga ya, tía, no seas tonta. Ese chico te vio en el supermercado, le gustaste y se propuso conquistarte. Incluso puede que hiciera alguna apuesta con sus amigos del tipo “me tiro a la vieja, que está muy buena para su edad”, o algo parecido. Conseguido el trofeo, a otra cosa.
   -No me llames vieja, que tú solo tienes cuatro años menos. Y no seas tan cruel, Katty, la recriminó Wynie.
    -Ni tú tan ingenua. Si quieres, hacemos la apuesta nosotras. ¿A que no consigues llevártelo al huerto una segunda vez?
     Así concluyó el asunto. Mis amigas decidieron que si Wynie conseguía repetir con el joven de 23, le pagarían una cena en su restaurante preferido. Y si se encontraba de nuevo con el muchacho y le daba largas, sería ella quién tendría que preparar en casa una cena a la carta para las cuatro. Tendréis el desenlace de la apuesta en próximas entradas de este blog.                                                                                        

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