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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


miércoles, 5 de diciembre de 2012

AMARGO ADIÓS

       El adiós que escuchara de sus labios sabía a abandono, olía a humedad y estremecía cada poro de su piel...
    Wynie soñó con el muchacho de 23 años y mirada transparente durante toda la noche que siguió a la merienda con sus amigas. Sentía el calor de su cuerpo musculoso mientras la abrazaba, las caricias de su lengua recorriendo su intimidad más recóndita y el placer que le regalaba en cada una de sus embestidas. EL VIGOR DE LA JUVENTUD Se despertó sudando y acarició cu clítoris húmedo en la intimidad de la alcoba. En el cenit del orgasmo solitario, su mente recorría a cámara lenta las secuencias de aquella tarde gloriosa. Su vista quedó invadida por el azul intenso de los  ojos del joven que, cual espejos, le devolvían el reflejo de su rostro pletórico. ENCUENTRO ESPERADO... Y DESEADO
                                 
     Se levantó, se dio una ducha y decidió vestirse de blanco. Botas altas, falda corta, jersey de lana, guantes y abrigo. Sonrió satisfecha al mirarse. Se veía muy guapa. No le daba la gana creer que 20 años de diferencia los separaban, y se esforzaba en alejar esa realidad que martilleaba su cabeza. Esperaba encontrárselo. Sabía que iba a ocurrir y estaba preparada para ello. Tan convencida se hallaba de tener el azar de su lado que planificó con detalle el encuentro. Previsora, había dejado la cocina recogida y la casa ordenada porque tenía la intención de invitarlo cuando lo viera. Eran las 11 de la mañana y estaba libre hasta las cinco de la tarde, hora de buscar a su hijo en el colegio ..
    Salió a la calle. La blancura de su atuendo iluminaba la mañana fría y gris. Dirigió sus pasos al supermercado donde lo viera por primera vez. Entró y dio varias vueltas a paso lento, husmeando cada estante, cada persona y cada rincón... Él estaba en sus pensamientos, no en la gran superficie donde las amas de casa se afanaban en hacer sus compras. Cogió algunos embutidos, leche, pan y yogures. Pasó por caja y se sorprendió por lo mucho que le habían cobrado. Con el tique frente a sus ojos se encaminó a la puerta y, literalmente, se tropezó con el muchacho. Yogures volando, bolsa en el suelo y el rojo invadiendo su cara.
    -¿Estás en la luna o qué? Ten cuidado, que te vas a matar, mujer, exclamó el chico en tono burlesco...
    -Ya, estaba distraída mirando el tique. ¿Y tú... cómo vas?, vaciló nerviosa...
    -Con prisa. A pillar algo para hacerme un bocata y a clase...
    -Pensaba invitarte a mi casa.
    -¿Ahora?
    -Sí, claro. Ahora que te he visto.
    -No tengo tiempo.
    -Ya. Acabas de decirme que te vas a clase. Otro día, entonces.
    -No creo que tenga tiempo.
    -¿Nunca? ¿Que quieres decirme?
    -Nada. Lo que has oído. Adiós, tengo prisa...
   La espada del desengaño atravesó con violencia el cuerpo de Wynie. El adiós que escuchara de sus labios sabía a abandono, olía a humedad y estremecía cada poro de su piel. Frialdad nevada que la inundó por completo. Blanca por dentro y blanca por fuera. Recordó las palabras de Katty: “no seas ridícula, Wynie”. Pero se sentía ridícula. Ése era el problema. Se rió de sí misma mientras lo pensaba. Al menos, tenía esa capacidad: reírse de ella misma alejaba la angustia.
   Volvió a casa y, al entrar, se alegró de ver todo tan ordenado. Recordó la apuesta que hiciera con sus amigas, y que acababa de perder. LA EDAD DEL AMOR Así que se sentó junto al teléfono y se dispuso a llamarlas una a una para organizar la cena a la carta que les debía...   

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