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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


martes, 4 de diciembre de 2012

EL AMOR PLATÓNICO DE EMI ABBOTT

     ...Le lamió la cara como si se tratara de un animal con su cría...
  Emi Abbott tiene un amor platónico desde hace mucho tiempo. En sus sueños, pensamientos y fantasías, él es El Principito y ella, la rosa de su planeta. Lo conoció antes que a El Polaco y, según suele decir, se trata del hombre que le despertó su instinto sexual. Ocurrió una de las primeras veces que lo vio. Estaban bailando en una discoteca de moda y él, repentinamente, la abrazó y le lamió la cara como si se tratara de un animal con su cría. La soltó en silencio nada más culminar su primitivo acercamiento, y Emi salió corriendo a buscar a su amiga Wynie Smith para revelarle el acontecimiento. Esta, mujer racional, de ideas claras y pies en la tierra, estaba en esos momentos ocupada en otros menesteres y apenas le prestó atención al asunto.
    -¿Que te ha lamido la cara ese tonto? ¿Y por eso estás contenta? ¡Qué asco!, se limitó a exclamar con un gesto que ilustraba sus palabras.
   -Me ha despertado el instinto sexual, le contestó Emi como si le estuviera dando una primicia informativa mundial. Pretendía que su amiga dejara de coquetear con unos y otros y la escuchara.
    -¿Ahora?, inquirió Wynie con gesto despectivo.
  Emi no le contestó. Salió corriendo en dirección a la pista de baile -donde aún permanecía El Principito- y se colocó a su lado. Ni le habló ni la miró. Indiferencia total. “Timidez”, quiso pensar ella. Siguió en el mismo lugar, casi rozándolo, mirándolo, y él también continuó sin inmutarse, como si la mujer a la que acababa de lamer el rostro no estuviera allí...
    Nada más sucedió entre ellos aquella noche. El Principito se marchó con un amigo y un lacónico “hasta la próxima”. Y Emi, su cuerpo arrastrado por la música y su mente por el delirio, empezó a fraguar la historia de un gran amor. Un amor que solo existía en su imaginación. Un auténtico amor platónico.
   El Principito trabajaba como relaciones públicas en un local próximo a la discoteca donde sucedió el acontecimiento relatado. Alto, delgado, pelo rizado y rubio, pequeños ojos azules, frente estrecha y nariz prominente. Emi decía de él que era guapísimo. O, al menos, así lo veía ella o lo había construido en su mente. Desde que lo conoció pasaba muchas horas del día envuelta en él: pensando en él, soñando con él, imaginando fantasías a su lado e, incluso, hablando de él. Tanto, que llegó a cansar a sus amigas. Además de la conversación monotemática, Wynie y Katty pensaban que El Principito era un individuo vulgar y sin ningún atractivo físico. “Es tonto sin remisión”, decía Katty. Seguro: frente pequeña, inteligencia ídem”, corroboraba Wynie. La única que lo soportaba un poco era Olivia. “Es un muchacho simpático, no sé por qué le tenéis tanta manía”, indicaba.
    Lo cierto es que Emi ya había empezado a montar los cimientos del castillo -o mejor dicho- del planeta que estaba construyendo para él en el otro mundo,. Un mundo imaginario a los ojos de todos, pero tan evidente y auténtico para ella que empezó a vivir más tiempo en éste que en el real, dándole, de hecho, apariencia de realidad. Pasaron los días y los meses. Emi continuó inmersa en su papel de rosa del planeta de su Principito y viviendo un amor que solo existía en sus pensamientos. Cuando menos se lo esperaba, el destino le puso a El Polaco enfrente y junto a él vivió un amor real, intenso y carnal. EL DESPERTAR SEXUAL DE EMI ABBOTTNo obstante, El Principito estaba allí, seguía incrustado en un lugar recóndito de su ser y a veces aparecía en sus conversaciones... Y justo en esos instantes su amiga Wynie soltaba una frase que llegó a hacerse mítica en el grupo: “El Principito existe, pese a El Polaco y su vaso de cubata...”
    El paso del tiempo ha revestido la frase con categoría de certera. De hecho, Emi sostiene que el amor platónico es, por definición, indefinido, y El Principito sigue campando a sus anchas por el planeta que ha creado para él. Entre ellos se han sucedido los encuentros reales, sin que ninguno haya servido para quitarle el calificativo de platónico al amor que Emi continúa sintiendo, pero eso os lo contaré en otra entrada...

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