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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


martes, 4 de diciembre de 2012

EL VIGOR DE LA JUVENTUD

     ...Las lenguas enredadas se fundieron en una y el tiempo se paró para consumar la unión de los amantes...
   Cada poro de la piel femenina vibró en un enjambre de sensaciones que se apoderó de toda la extensión corporal y se manifestó en forma de gemidos placenteros que atravesaron paredes e inundaron de sonidos excitados las estancias de la vieja casa. La lengua vigorosa recorrió cada rincón del cuerpo envuelto en las redes del placer y se encaramó a las montañas que alzaban sus cumbres al cielo... Los ojos entreabiertos, los pechos que crecían entregados a los besos y las manos agradecidas que llenaban de caricias la ancha espalda masculina. Las lenguas enredadas se fundieron en una y el tiempo se paró para consumar la unión de los amantes...
                                 
    En el cenit de la excitación, la mujer acogió al hombre y sus músculos internos se abrían y cerraban prolongando el hechizo del amor. El hombre entraba y salía del cuerpo liviano y sudoroso de la mujer. El miembro surcaba el océano y exploraba los arrecifes gozosos que recibían sus embestidas. El río se vació en el mar y expandió sus aguas dulces en la arena de la playa... Las olas dejaron de rugir y el silencio se adueñó del firmamento en calma. Por segunda vez, Wynie vio su rostro reflejado en la mirada transparente del muchacho y se recreó en el regalo que la vida le estaba ofreciendo ENCUENTRO ESPERADO... Y DESEADO
    Estrechó el abrazo al cuerpo exhausto que descansaba sobre el suyo, cerró los ojos y escuchó el ritmo acompasado de la respiración mutua. Dejó que su mente vagara a su libre albedrío y percibió al muchacho convertido en hombre tras poseerla...
    La quietud de los cuerpos pegados sucumbió al paso de las horas y las penumbras tiñeron de gris la estancia donde descansaban. Sobresaltada por la oscuridad repentina, Wynie se incorporó del lecho y buscó un reloj. Tenía que estar en casa antes de las diez de la noche para recibir a su hijo.
    -¿Qué necesitas?, le preguntó el muchacho. ¿Estás nerviosa?
    -No. Solo quiero saber la hora.
    Él abrió el cajón de la mesilla situada al lado de la cama y sacó un reloj de pulsera.
    -Las siete y media. Pronto, aunque se haya hecho de noche. ¿Tienes prisa?, le preguntó.
    -Hasta las diez, no. Aún nos quedan dos horas, apuntó ella.
    -Voy a devorarte entera otra vez, ¿me dejas?
    Asintió con una sonrisa y se dispuso a recibirlo. El gozo se multiplicó al sentirlo de nuevo dentro de su cuerpo y el tiempo volvió a pararse. Su ser entero sucumbió a las acometidas del muchacho que se convertía en hombre para amarla... Tanta felicidad sintió que no pudo evitar darle las gracias.
      -Un placer, contestó él. Puedo seguir, si quieres.
      -¡Bendita juventud!, exclamó Wynie.
      -Me acaban de caer 23. Y tú, ¿no vas a decirme tu edad?
   -Pregunta indiscreta para una mujer, sonrió ella mientras él permanecía pensativo. Sí,podría ser tu madre, reveló Wynie en un susurro, como si acabara de desvelar un secreto inconfesable.
     -¿Por qué sabes que estaba pensando justamente en eso?
     -Por mi edad, cariño, por mi edad, repitió mientras pellizcaba sonriente su mejilla derecha.
   -Sigues sin decírmela, pero no me importa. En el amor no importa la edad. A mi no, precisó. ¿Y a ti?
    -No, tampoco. Más bien al contrario. Me halaga que un chico tan guapo y tan joven como tú se sienta atraído por mi.
    -Mucho, ya te lo he dicho. ¿Lo hacemos otra vez?, insistió.
    -Hoy no tengo tiempo. Otro día, ¿de acuerdo?
  -Perfecto. Como quieras. Tú decides, preciosa, la piropeó al tiempo que sus dedos juguetones aplastaban los pezones prominentes...
   “En el amor no importa la edad”. La frase permaneció anclada en la mente de Wyniemientras abandonaba aquella casa y tomaba el camino de la suya. No hubo adioses ni intercambio de teléfonos. Solo un beso largo y profundo. Y el convencimiento de quevolverían a encontrarse...
    Aquí os dejo, queridos lectores, otro tema para el debate. ¿La edad importa en el amor? ¿Te irías con una mujer que podría ser tu madre, o con un hombre al que pudieran confundir con tu padre? Espero vuestros comentarios debajo del texto, pinchando en la pestaña “escribir un comentario”.                                                 

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