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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


miércoles, 30 de mayo de 2012

UNA AUTÉNTICA GEISHA

      Emi se convirtió en una auténtica maestra de las artes amatorias
   Como os terminaba contando ayer, Emi Abbott, cual geisha entrenada para la ocasión, besaba y mordisqueaba las articulaciones de Cupido muy despacito, el tiempo parado, mientras él emitía unos alaridos apenas perceptibles... Los Nuevos Mundos de Emi Abbott  Y ella, que había pasado de descubrir el sexo a convertirse en una auténtica maestra de las artes amatorias en su aprendizaje junto a El Polaco El Despertar Sexual de Emi Abbott, subió con precisión y destreza la cumbre de las piernas masculinas hasta alcanzar las zonas erógenas. Percibió entonces el nerviosismo mal disimulado de Cupido, miró de reojo su pene flácido y no pudo evitar preguntarle a qué se debía.
-No estoy acostumbrado a tener a mi lado a una mujer como tú.
-¿Por qué lo dices?, le preguntó en un tono no exento de ingenuidad.
-No suelo tener aventuras.
-¿Y puedes vivir sin sexo?
-Sí. El sexo no está entre mis necesidades primarias. Además, no tengo clara mi sexualidad. Creo que soy bi, confesó tímidamente.
-¿Bilingüe?, inquirió ella luciendo una sonrisa burlona en su semblante.
-No me tomes el pelo, por favor. Estoy un poco avergonzado. No he revelado a nadie mis tendencias.
-¿Qué tendencias? continuó Emi haciéndose la tonta, al tiempo que persistía con exquisita delicadeza, rozando sin llegar a tocar, en su empeño de conseguir la erección de su acompañante.
-Sabes perfectamente a lo que me refiero. No me hagas decirlo.
-¿Yo? Para nada. Solo entiendo lo que me dicen claramente. Soy un poco infantil.
-Bisexual. ¿Ahora lo tienes claro?
-Obviamente. ¿Quiere eso decir que no te gusto? ¿Preferirías que fuera un hombre?
-No, desde luego. Estoy muy bien contigo. El problema es que no consigo empalmarme. Ayúdame, le pidió.
-Ya lo hago, contestó ella al tiempo que seguía mordisqueando las ingles masculinas.
     Una aseveración repetida de El Polaco inundó entonces la mente de Emi Abbott: “un hombre siempre te recordará por lo bien que sepas comerle la polla”, le aseguraba con insistencia durante aquel proceso de aprendizaje en el que ella, como su alumna más aplicada, se esforzaba por introducir al completo el vaso de cubata en su boca sin que un solo amago de arcada apareciera para entorpecer su quehacer. Los músculos de su garganta, acostumbrados a ejercitarse con semejante herramienta, estaban ya lo suficientemente dilatados para asumir cualquier recibimiento. No tuvo que esmerarse mucho para conseguir que aquel pene flácido reviviera de su letargo. En pocos minutos, el semen de Cupido inundó su rostro con el color de la nata y el sabor del mar. Exhausto de un gozo que hasta entonces no recordaba haber sentido, retiró con delicadeza y la ayuda de un suave pañuelo blanco el líquido viscoso de las mejillas de Emi, que sonreía orgullosa y convencida de que solo una auténtica geisha como ella era capaz de semejante proeza.
    Esperó a que Cupido se quedara dormido para marcharse con sigilo de su casa. No deseaba que el hombre la correspondiera porque no lo necesitaba. Asumió su papel con tal veracidad que convirtió en suyo propio el placer ajeno. Con una sonrisa ancha dibujada en sus labios, apuntó su número de teléfono en un trozo de papel, lo dejó sobre la mesilla de noche y salió de puntillas de aquella casa. Convencida de que Cupido había caído en sus redes y no tardaría en llamarla, bajó las escaleras con la satisfacción del guerrero que vuelve victorioso de una cruenta batalla.

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