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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


viernes, 25 de mayo de 2012

El despertar sexual de Emi Abbott

     El Polaco la convirtió en una experta en el arte de amar
    Emi Abbott no llegó a disfrutar del sexo durante su largo matrimonio. Con su esposo siempre hacía la postura del misionero y confundía con un orgasmo el placer relativo que dicho acto le producía. Tampoco practicaban juegos de alcoba. Ella no permitía que le hiciera el cunnilingus, aunque tenía la costumbre de agasajar a su marido con una corta fellatio el día de su cumpleaños. (Se aferraba al refrán de “una vez al año no hace daño”).
      
    Todo cambió cuando conoció al El Polaco (el del vaso de cubata, ya sabéis). La primera noche que estuvo con él y sintió dentro de su cuerpo semejante inmensidad tocó el cielo en cada una de las arrancadas de sus movimientos rítmicos. Entonces supo lo que era un orgasmo con todas sus letras y fue consciente de que lo que sentía con su legítimo no merecía tal calificativo.
     Una de las cualidades de Emi es la generosidad y, precisamente por eso, se propuso dar a El Polaco, como mínimo, el mismo placer que ella recibía. Además, le preocupaba el hecho de que él no llegara a correrse después de horas interminables practicando el sexo. Aunque el hombre le aseguraba que gozaba y le insistía en que olvidara el asunto, ella decidió convertirse en su alumna y mejorar sus artes amatorias. En sucesivos encuentros llegó a hacerlo tanto y con tan buenos resultados que consiguió que el vaso de cubata le alcanzara la garganta. (Doy por hecho que habéis captado esta frase pero si hay algún despistado/a, que abra el enlace ¿El Tamaño Importa? o me escriba un comentario). Triunfar con semejante gesta le costó una infinidad de ejercicios de relajación; de técnicas de control de la respiración; de pruebas en diversas posturas... Y no dio por superado el reto hasta que sintió el líquido blanco y pegajoso recorriendo con sigilo toda la extensión de su rostro...
                                           
     En resumidas cuentas: Emi seguía a rajatabla las explicaciones de su pareja y ensayaba con grandes dosis de paciencia cada una de sus lecciones. No le importaba el tiempo porque se paraba durante sus citas con El Polaco. Los móviles se quedaban mudos, el timbre se convertía en piedra, el sueño se esfumaba y los estómagos aguantaban el hambre. El sexo los absorbía tanto que llegaron a conformarse con un solo caramelo en el cuerpo desde un viernes por la tarde hasta la mañana del siguiente lunes. La cantidad y la calidad de lo que había entre ellos era tan alta que los adioses resultaban cada vez más difíciles. Emi empezó a faltar al trabajo con excusas más o menos hábiles y a solicitar a su madre con demasiada frecuencia que se hiciera cargo de sus hijas adolescentes. Y El Polaco perdió tantos aviones que tuvo que pedir a su compañera dinero prestado para hacer frente a los gastos cotidianos. La vorágine sexual y vital que los envolvió les duró mucho y regaló a sus cuerpos las fantasías más audaces que la mente de cualquiera pueda imaginar. En próximas entregas os contaré cómo transcurrió la bajada de la cima. ¿O es que alguien ha pensado que esa fiebre paradisíaca que estaban viviendo iba a durarles siempre? 
                                                                                       

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