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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


martes, 29 de mayo de 2012

Los Nuevos Mundos de Emi Abbott

      Emi identificó con Cupido a aquel melenudo de rostro lánguido...
   Si Katty Lloyd se quitó las espinas de su amante belga en los brazos de un italiano de poderosa musculatura y ancha cartera Un Ave Fénix llamada Katty LloydEmi Abbott, tras constatar que El Polaco no estaba dispuesta a visitarla solo cuando a ella le conviniera, cogió del brazo a Olivia N. y se echó a las calles dispuesta a buscar otra compañía con quien desfogarse durante las largas ausencias de su fogoso amante... El Despertar Sexual de Emi Abbott
     En esta ocasión no fue necesario llegar a El Maligno para salirse con las suyas. Olivia la llevó a un club de Malasaña llamado Lola y frecuentado, básicamente, por artistas en el más amplio sentido de la palabra. Se acomodaron al fondo de la barra y, charla va charla viene, se tomaron dos mojitos cada una. Cuando fueron a pagar, Emi, que parecía de la Casa Real y nunca llevaba encima dinero en metálico, extendió sonriente su Visa Oro. El camarero le devolvió la sonrisa acompañado de un “esa tarjeta no la aceptamos”. Además, la máquina estaba averiada y resultaba imposible pagar la cuenta con dinero de plástico. Las dos amigas se miraron en plan ¿ahora qué hacemos?, al tiempo que tres tipos que estaban en la barra, atentos a la jugada, sugirieron al camarero que dejara la cuenta de las señoritas pendiente para otro día. “Así se sentirán obligadas a volver. Te estamos proponiendo un buen negocio”, espetaron, y el camarero se dejó convencer. Así allanaron el camino para entablar conversación y Emi, que había identificado con Cupido a uno de los tipos del grupo, vio también allanado su propio camino y les siguió el juego. Pidieron dos mojitos más, ahora invitadas por sus nuevos amigos, y terminaron aceptando la propuesta de tomar otra copa en casa de uno de ellos, justo enfrente del local. La suerte, que siempre solía ponerse al lado de Emi, quiso que el anfitrión fuera, precisamente, el melenudo de rostro lánguido en quién creyó ver a Cupido.
     El hogar de Cupido era una buhardilla con un amplio salón-estudio y un altillo donde se ubicaba el dormitorio. Despedía un suave olor a óleo fresco -"es que soy pintor"- explicó él, y el cielo se abrió bajo los pies de Emi . ¡Con lo que le gustaba presumir de sus conocimientos en la materia! Escudriñaron cada lienzo que colgaba de aquellas paredes con sus miradas, gestos y palabras. Se sonreían mutuamente y no dejaron pasar mucho tiempo para regalarse unos cuantos besos tímidos... Olivia se percató de la jugada y tampoco dejó pasar mucho tiempo para soltar con su habitual desparpajo, de pie y con las manos en jarra: “Vamos a otro sitio, chicos, que éstos seguro que quieren follar”. Por arte de magia, desapareció en un instante con los amigos de Cupido y dejó a Emi a merced del juego de la seducción.
     No penséis que el asunto fue coser y cantar. Aunque parecía muy fácil, en demasiadas ocasiones ocurre que el camino de la seducción no es tan corto como parece y surgen recovecos cubiertos de piedras... De repente, Cupido empezó a ponerse nervioso y sus dedos temblaban cuando se disponía a desabrochar el primer botón de la camisa de raso azul que llevaba Emi. Ella se dio cuenta de que algo raro pasaba y no quiso darle importancia. Fue a lo suyo y empezó a masajear suavemente las terminaciones nerviosas de su compañero, empezando por los tobillos y subiendo con destreza, cual geisha entrenada para la ocasión, por las piernas del hombre hasta detenerse en las articulaciones de sus rodillas. Besó y mordisqueó los tendones masculinos muy despacito, el tiempo parado, mientras él emitía unos alaridos apenas perceptibles...
     En la próxima entrega de Abremeloya tendréis la oportunidad de conocer al detalle lo que aconteció después. La crónica completa sería demasiado larga...

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