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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


martes, 22 de mayo de 2012

Un Finde muy Abierto (I)

      El Poderío de Emi Abbott para Colarse en las Mejores Fiestas
     Emy, Wynie y Olivia, MIS AMIGAS maquilladas y dispuestas a comerse la noche, asistían a una sesión de Djs en el Matadero que organizaba el Instituto Polaco de Cultura. Las había invitado el amante polaco de Emi, aunque él no iría. Ni siquiera se encontraba en la ciudad. Tampoco las acompañaba Katty, a causa de una cita ineludible con su amante belga. “Para una vez que viene no voy a desaprovecharlo”, se disculpó ante el resto del grupo.
    Cuando llegaron al centro de creación contemporánea más cool de Madrid se dieron cuenta de que el evento al que habían sido invitadas no era el mejor de los que se celebraban allí esa noche. Confundidas, contemplaron el desfile de gente que se dirigía, tarjetones en mano, a otra sala a la que ellas, en principio, no podían acceder. A Wynie no le importaba porque ya había fichado a un polaco -tipo armario de tres puertas- que mostraba a un amigo su invitación para la sesión de Djs.
-Con ése tengo bastante, no necesito a nadie más, apuntó con gesto pícaro.
-Puedo conseguir pases para la otra fiesta, indicó Emi, dejando claro que no hay puertas cerradas para la directora de la revista de moda más vendida de España.
-Antes, sugiero que nos hagamos una foto delante de estas casas polacas, en plan Ángeles de Charlie, propuso Olivia N.

                                                   
                                                  
    Tras quedar inmortalizadas en la Black Berry de Olivia se dirigieron a la sala donde se celebraba la sesión de Djs. Aunque la música era buena, la decepción fue común. Wynie comprobó contrariada que el polaco que había fichado estaba acompañado por otra, y que esa otra no paraba de hacerle carantoñas y no lo perdía de vista ni un segundo. Olivia protestó porque la sala estaba casi vacía y Emi decidió que se marchaban de inmediato a la fiesta de al lado, insistiendo en que prometía más.
-Eres tú la que estás invitada a esta sesión, Emi. Si no te sientes comprometida a quedarte, nos vamos. Por mi parte, no tengo nada que hacer aquí, arguyó Wynie señalando con el gesto al polaco que le gustaba y se dejaba querer por otra.
-Vamos, vamos. Voy a conseguir las invitaciones para la fiesta buena a la voz de ya, aseguró Emi convencida. Seguidme, pidió a sus amigas al tiempo que se dirigía apresuradamente hacia el punto donde se solicitaban las acreditaciones. No tuvo necesidad de identificarse con su carnet de prensa. Cantó su nombre al chico que daba los tarjetones yen un instante consiguió tres invitaciones, además de las correspondientes pulseras VIP  para que pidieran gratis todas las bebidas que quisieran.
    La fiesta estuvo divertida y completita de hombres de buen ver, aunque ninguna de las tres salió de allí acompañada del maromo que le gustaba. Emi se fijó en un gigantón atractivo y barbudo, pero no sabía qué decirle y no paraba de mirarlo. Ante la pasividad intranquila de su amiga, Wynie se acercó a él.
-¿Te gustaría conocer a mi amiga Emi?, le preguntó empinándose aún más sobre sus altos tacones para poder mirarlo a los ojos.
-Claro que me gustaría, pero vengo con novia.
-Entonces déjalo. No importa.
-Tú lo has dicho, No importa. Vamos, espetó el hombre muy decidido.
     Se dirigieron a la esquina de la barra donde se encontraban Olivia y Emi. Wynie se adelantó unos pasos para anunciar a sus amigas que traía al gigante y ¡cómo no!, advertirles de lo de la novia. Seguidamente, se dispuso a presentar al recién llegado. Olivia lo agasajó con un par de besos y lo informó de que le gustaba mucho a su amiga Emi. Ésta, al escuchar tal revelación, salió corriendo y dejando al hombre con el rostro petrificado en el camino hacia sus mejillas. Se trataba de una reacción muy típica de Emi cuando la situación la sobrepasaba y Wynie lo sabía. Por tal razón, la disculpó ante El Gigantón con un breve “ella es así”        -acompañado de la sonrisa de sus labios rojos- y el hombre se despidió y se dirigió en busca de su novia.
    Olivia, por su parte, había fichado a un tipo provocador y algo chulo con el que estuvo tonteando todo el rato aunque la cosa no cuajó. Él, que estaba trabajando, le dejó su número de móvil y su e-mail para que lo localizara más tarde pero Olivia, de forma inconsciente -eso dijo, aunque la verdad solo la sabe ella- anotó únicamente esto último.
    Respecto a Wynie, estuvo coqueteando con unos y con otros durante toda la fiesta, sin que ninguno de ellos llegara a motivarla lo suficiente como para tirarse al ruedo.
    Terminó el evento del Matadero, pero no la noche. Emi, Wynie y Olivia tomaron un taxi y se dirigieron a El Maligno, un club privado del centro de la ciudad, frecuentado por actores y famoseo diverso. En El Maligno -tal como lo conocen muchos de sus clientes- las chicas buenas -y las no tan buenas- se vuelven malas. (Y las malas, peores)
    No penséis que así quedó la cosa, ni tampoco que las tres amigas se limitaron a tomarse una copa en El Maligno y marcharse a casa. La noche dio para mucho, muchísimo. En la segunda parte de “Un finde muy abierto” os contaré más cosas de El Maligno y, por supuesto, sabréis cómo terminó aquella noche.

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