El intenso frío invernal que azota
Madrid contribuyó a reunir una noche reciente a Emi, Katty, Olivia y Wynie en el apartamento del barrio de los Austrias propiedad
de esta última. Hacía mucho tiempo que el grupo no coincidía al
completo debido a las desavenencias surgidas entre Olivia y Wynie a
causa de El de 28 y unas fotos publicadas en Facebook Amigas, hombres y celos. Emi,
empeñada en poner fin a la complicada situación, se las ingenió
para convencer a las dos en discordia de que hablasen y solventasen
sus diferencias, con Katty y ella misma ejerciendo como testigos. Así
transcurrió la primera parte de una velada en la que Wynie preparó albóndigas de merluza siguiendo una receta con solera de Abremeloya.
Además de comer, durante la cena hablaron, lloraron y se abrazaron
entre bocado y bocado. Decidieron abandonar las malditas fotos de
Facebook en el almacén del olvido y volver al afecto, la complicidad
y los buenos momentos que durante los últimos años las mantuvieron
tan unidas. Brindaron por la superación del bache y celebraron con
burbujas doradas el advenimiento de una amistad renovada.
Tras vaciar la botella de cava, la
anfitriona quiso agasajar a sus amigas con un tesoro que guardaba en
el fondo de un armario desde hace más de un lustro: una botella de
brandy Remy Martin Louis XIII, considerado entre los tres mejores
cognac del mundo. Se la regaló su amante El Político durante la
época dorada del romance furtivo que mantuvieron Mis amigas y, hasta
esa noche, no había encontrado el momento idóneo para abrirla. Las
bajas temperaturas y el sueño que tuviera la madrugada anterior
propiciaron la ocasión.
-Tengo que contaros que anoche soñé
con El Polìtico, anunció. Hoy quiero abrir y terminar en vuestra
compañía esta botella que él me regaló. Ni un solo recuerdo suyo permanecerá en esta casa cuando salga de nuevo el
sol. Hay
que soltar lastre, que llega un nuevo año, indicó con una media
sonrisa dibujada en su semblante.
-Ya me extraña que conservaras esa
reliquia, comentó Emi. Estaba convencida de que todo lo que te
relacionaba con Él Político lo echaste a criar malvas en el pasado
de tu vida.
-Así lo creía yo hasta que tuve un
sueño que me incitó a pensar que algo suyo quedó vagando por el
limbo de mis recuerdos, anclado en un lado oscuro de mi ser que ni
siquiera yo reconozco, contestó la aludida. La botella es su representación mundana.
-Tú, tan elocuente como siempre.
Cuéntanos ya el sueño y déjate de tanta palabrería remilgona,
terció Olivia con retintín.
-Eso digo yo. Empieza, la secundó
Katty.
Wynie volvió a llenar las cuatro copas
del carísimo brandy, se acomodó en el sofá y tomó aire antes de
empezar.
-Estábamos sentados uno al lado del
otro, en sendos asientos de primera clase de un avión que surcaba el
Atlántico. El echó unas cortinillas azules que nos aislaban de
miradas curiosas y empezó a besarme y a acariciarme los pechos. Yo
respondía a sus caricias con una excitación creciente y le pedía
que me penetrara allí mismo, sobre aquellos asientos de primera.
-¡Qué morbo!, exclamó Katty mientras
las demás permanecían atentas a la disertación de la anfitriona.
¿Te lo llegaste a tirar en el sueño, o es que habías tenido una
experiencia parecida en la realidad?, inquirió.
-Nunca he tenido la suerte de que me
ocurriera nada parecido en la vida real, y mira que me he subido veces a un avión, aunque en primera no tantas, precisó Wynie. Lo gracioso
del asunto es que en el sueño terminé haciendo el amor en un
asiento de primera, pero mi compañero no era El Político, sino un
apuesto pasajero alemán con el que congenié cuando mi amante se
quedó dormido.
-Recuerdo que una vez me contaste que
una de tus fantasías sexuales más recurrentes era la de hacerlo en
un avión. Lo que sucede en el mundo onírico suele ser un reflejo de
los deseos o las ilusiones que ansiamos y no hemos podido llevar a
cabo en la vida real, aseveró Olivia.
-Bueno, ya sabemos cuál es la fantasía
sexual de Wynie. Ahora faltamos las demás. ¿Quién empieza?, se
digirió Emi al grupo, levantándose del sofá y alzando su copa.
-Brindemos por las fantasías sexuales,
propuso Katty.
Se escuchó el tintinar repetido de las
copas al chocar. El grupo se acomodó de nuevo en el sofá y se
dispuso a seguir hablando de fantasías sexuales. (CONTINUARÁ)
RoCastrillo
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