Wynie coincidió con El
Galán de Sangre Azul
Una noche cualquiera de un día laborable, Emi Abbott tenía que asistir a un evento de presentación
de un perfume por motivos de trabajo. Consciente de que iba a ser muy tarde para cenar con sus hijas cuando terminara, se propuso sacar de casa a su amiga Wynie Smith y disfrutar junto a
ella de una madrugada con final en El Maligno.
A Wynie salir entre semana le resultaba durísimo. Aunque no tenía que acudir a ninguna
oficina a una hora concreta, la obligación diaria de escribir textos variopintos para ganarse la vida le exigía una concentración muy difícil de conseguir después de pasar la noche entera de
juerga. Sin embargo, poco pudo hacer ante la insistencia de Emi, que se presentó en su casa al filo de la madrugada con las ideas muy claras. Primero irían a un bar que acababan de
inaugurar unos amigos suyos y después, a El Maligno.
Quizás para animar a Wynie o porque tenía una clara intuición de que iba a suceder,
Emi repitió a su amiga en varias ocasiones a lo largo de la velada que se iba a encontrar con El Galán. BUENO EN TODO Wynie no se inmutaba especialmente. Tenía un recuerdo muy grato de él,
acrecentado desde que supo que se trataba de un miembro de la Casa Real. Dicha condición provocaba que quisiera pregonarlo a todo el mundo y, tal como le ocurriera al torero
Dominguín con Ava Gardner, contarlo le provocaba un placer aún más intenso que hacerlo... En cualquier caso, nunca había pensado en aquel caballero como en alguien cercano
a su vida. Ni siquiera contempló la posibilidad de seducirlo para convertirlo en amante ocasional. Estaba casi segura de que volvería a cruzarse con él en El Maligno y prefirió que el
azar la sorprendiera despreocupada.
Así ocurrió. Wynie pasaba sola por la zona de la barra en dirección al baño cuando se cruzaron de
frente, él recién llegado. Con compañía femenina, una señorita pija que no destacaba por nada especial, además de otra pareja. Ello no fue óbice para que la besara en las mejillas y le regalara
el deleite de su amplia sonrisa cómplice.
-¡Me alegro mucho de verte! Qué bien lo pasamos el otro día, ¿verdad?
-Mucho, asintió ella. De hecho, le conté a mis amigas que eras bueno en todo y una de ellas lo ha escrito en su
blog.
Con estas palabras, Wynie consiguió lo que pretendía: impresionarlo. El
Galán torció el gesto, su rostro se volvió lívido y balbuceó tembloroso:
-Espero que tu amiga no haya publicado mi nombre.
-No, tranquilo. Eres El Galán.
El caballero respiró aliviado mientras volvía a su semblante la amplia sonrisa de
bombón-borbón. Wynie ya tenía claro que ambos daban por hecho que ella conocía su real identidad, pero no hizo el más mínimo comentario. UN GALÁN DE SANGRE AZUL Volvieron a
coincidir en la pista de baile y se dirigieron miradas ardientes...
Un rato después, Emi se encontró cansada y decidió irse a su casa. Wynie le dijo
que saldrían juntas, pero que le diera unos minutos para hacerle una performance a El Galán. Cruzó decidida el pasillo, entró en el salón de baile, fue hacia él, lo cogió del
brazo y casi lo arrastraba hacia la puerta al tiempo que le decía “ven conmigo, solo un instante...”. El hombre se dejó llevar hasta la habitación roja, que estaba casi vacía; obedeció el gesto
de ella y se sentó en el sofá. Wynie se acomodó sobre sus rodillas, lo abrazó con fuerza y buscó su boca. Obsequiaron a sus sentidos con un beso profundo; los labios pegados como imanes,
las lenguas enredadas, unidos los sabores de ambos y acompasado el latir de sus corazones... Intenso y corto. Así lo decidió Wynie. Fue ella quién empezó y terminó. Se deshizo del abrazo
y le anunció que se marchaba.
-Vale. Nos vemos otro día por aquí, se limitó a responder El Galán
Una despedida calculada que a Wynie le resultó familiar. De hecho, usó la misma frase que
cuando salió por la puerta de su casa tras el primer y único encuentro sexual que mantuvieron. Ella le volvió la espalda, salió en busca de Emi y abandonó El Maligno con la
única compañía de su amiga.
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