...Cuando ella se
regodeaba por el éxito de la cita, aquel hombre sensible y romántico empezó a mirar el reloj...
Katty Lloyd se perdió una noche de juerga con Emi Abbott y Wynie Smith
porque tenía una cita con un diseñador gráfico. Lo había conocido en la agencia publicitaria para la que trabajaba y,
desde el momento en que se lo presentaron, el tipo se mostró atento y solícito con ella. Quizás demasiado: no paraba de halagarla y dedicarle miradas ávidas de deseo. Aunque no le gustaba mucho
físicamente porque era calvo y bajito, le caía muy bien y, en las varias conversaciones que sostuvieron, confirmó que tenían sensibilidad y afinidades comunes. Él le pidió su número de teléfono y
al día siguiente la llamó para proponerle una cita. Katty notó el deseo en su voz y aceptó la oferta. Hacía bastante tiempo que no mantenía relaciones sexuales y no estaba por la labor
de rechazar un plan que, en principio, parecía muy fácil. No obstante, llamó a su jefa -y sin embargo amiga- Estefanía UN AVE FÉNIX LLAMADA KATTY LLOYD para pedirle informes sobre el individuo. Fue
entonces cuando se enteró de que estaba casado, aunque su informante le aseguró que se trataba de un matrimonio ya fracasado. Que compartía con su esposa el domicilio familiar con el propósito de
no duplicar el gasto en tiempos de crisis, pero que hacían vidas separadas...Y que no le diera importancia al hecho porque se trataba de un hombre libre, pese a no haber roto el vínculo
matrimonial. Total, que la convenció, aunque el fantasma de una relación con un hombre casado pululaba por su mente cual nube gris que enturbiaba sus deseos de vivir un encuentro fogoso... AVENTURAS EN LA NOCHE
Katty se presentó guapísima al
club donde habían quedado al filo de la madrugada. El diseñador la piropeó, la invitó, la mimó... Ella se encontraba feliz y se dejaba llevar, encantada de sentirse tan admirada... Disfrutaba sin
prisas de aquellos momentos especiales. En teoría, la noche era muy larga. O al menos, eso esperaba...
Agotadas ya las bebidas de ambos,
su acompañante le propuso que tomaran otra copa en su estudio, cercano al bar donde se hallaban. Ella asintió y salieron a la calle. Él la agarró por la cintura mientras paseaban... Se besaron
antes de entrar y la temperatura de ambos fue creciendo en la intimidad de aquellas paredes profusamente adornadas de cuadros y dibujos. Él la desnudó con parsimonia y besó su cuello y sus pechos
con ternura... Tocó su sexo húmedo y lo acarició con maestría... Y cuando ella se regodeaba del éxito de la cita, aquel hombre sensible y romántico empezó a mirar el reloj. Katty lo
pilló en ese gesto reiterativo y le preguntó qué ocurría.
-Lo siento, pero estoy casado y
tengo hora de recogida. Debí habértelo dicho.
-Ya lo sabía, aunque me temo que
me informaron mal. ¡Mierda!, masculló
-No te enfades, for favor. ¿Por
qué lo dices? ¿Quién te informó?
-A esto último no voy a
contestarte. Sobre el resto, me aseguraron que estabas separado de hecho, aunque compartías casa con tu mujer por motivos económicos.
-Más o menos, así es. No obstante,
me echa la bronca si llego tarde a casa.
-No me interesan los pormenores de tu
vida conyugal. El caso es que eres un hombre casado y como tal te comportas, le recriminó Katty. Me pongo las bragas y me marcho. Esta fiesta ha dejado de gustarme,
refunfuñó.
Se vistió y abandonó con premura aquel
lugar, haciendo caso omiso a las palabras del hombre, que trataba de retenerla y de hacerle entender su complicada situación. Mientras esperaba al taxi, recordaba la experiencia de su amiga
Wynie Smith con Ése EL ANSIA DEL AMOR PROHIBIDO Y ESQUIVO y se vio a sí misma como antes la viera a ella: enfadada cuando su acompañante empezaba a preguntar la hora. “Al menos, Ése
se marchaba cuando Wynie ya estaba satisfecha. Yo ni siquiera he tenido tal suerte”, se maldecía. “Ya me advirtió ella de que no confiara en los tipos que afirmaban estar malcasados y
seguían viviendo con la legítima. Que razón tenía”, balbuceó al subir al taxi y cerrar la puerta con un fuerte golpe.
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