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Un blog de relatos eróticos y cocina con solera. Los relatos narran las aventuras de cuatro mujeres divorciadas y sus conversaciones sobre sexo y hombres. Las recetas se elaboran siguiendo viejos cuadernos de cocina, escritos a principios del siglo XX


miércoles, 28 de noviembre de 2012

¡QUE HOMBRES TAN RAROS!

 ...Y EL AZAR DESHOJANDO TEMBLOROSO UNA MARGARITA CRECIDA AL CALOR DE LA PASIÓN...
    Olivia N. lleva todo el día mirando los puntitos verdes que se encienden en el chat del Facebook. Le sorprende que El de 28 esté conectado y no le diga nada. Varias horas después teclea “Felices Fiestas” y tampoco obtiene respuesta. Recuerda el revoloteo de sus palabras susurrantes en el lóbulo de su oído “eres mía, te quiero solo para mí”  EL LADO OSCURO DEL DESEO , y no entiende que alguien pueda pasar de la pasión a la indiferencia en tan pocos días. Y mucho menos, sin que hayan existido discusiones ni malentendidos que pudieran provocar semejante actitud. Apaga el ordenador y se dispone a pintarse las uñas. No tiene claro qué color escoger, no puede concentrarse y atraviesa, nerviosa, el salón de su apartamento de un extremo a otro. De forma instintiva, su dedo pulgar pulsa el botón “on” del portátil que está sobre la mesa. Comprueba que El de 28 sigue conectado al resto del mundo -menos a mí- se lamenta. Continúa con su deporte de recorrer el salón y, varias vueltas más tarde, decide atacar de nuevo. “¿Porqué no quieres hablarme, estás enfadado conmigo?”, teclea con sus dedos trémulos, y espera impaciente una respuesta fría y simple: “No. Simplemente, estoy muy ocupado”. Palabras vacías que no despejan sus dudas. Enciende un cigarrillo, le da un par de caladas y lo estruja con fuerza contra el cenicero. “Si estás muy ocupado, te vas a la mierda. El año que viene, otro”, exclama en voz alta como si él pudiera oírla.
                                          
    A Wynie Smith le ocurre algo parecido. El profesor de Matemáticas la llama para felicitarle las fiestas pero no le pide que se vean. Continúan hablando de cosas banales y ella le sugiere que cenen juntos. El hombre rechaza la proposición y le anuncia que está preparando las maletas para irse de viaje. Wynie deduce que será en compañía de otra, aunque no se lo pregunta. Ni siquiera le preocupa. Está convencida de que entre ellos existe una atracción fuerte... Vinculaciones de la física y la química, difíciles de romper... Se despide cordialmente, cuelga el teléfono y continúa con sus quehaceres. Varias horas más tarde, el sonido del teléfono la sorprende ensimismada en las páginas de una novela. Descuelga el aparato y escucha la voz del profesor de Matemáticas. Le comunica que ha suspendido el viaje y quiere verla. Tras una primera negativa que resulta poco convincente, su amante consigue el propósito de que pasen la noche juntos y quedan citados en casa de ella. El deseo se presenta con tanta premura que no los deja desnudarse por completo, ni siquiera llegar hasta la cama. Como una pareja de perros en celo, juntan sus cuerpos en medio del salón y se aman vigorosamente sobre el suelo de madera. Tampoco Wynie entiende el porqué de sus desplantes, primero no y luego si, no, sí... El viaje no realizado; la otra -cuya existencia real ignora- explorando como un fantasma los vericuetos de su sistema nervioso; y el azar deshojando tembloroso una margarita crecida al calor de la pasión... Entregada de lleno a un placer sin fisuras, siente imperecedera la unión de sus cuerpos sudorosos al tiempo que sus manos se cierran con fuerza abarcando la ancha espalda de su compañero...
     Katty Lloyd, por su parte, sigue recorriendo deprisa las calles de Madrid. Su ex marido la ha llamado para pedirle que se quede con su hijo el resto de las fiestas. Le ha asegurado que tiene mucho trabajo y no puede encargarse del pequeño. “A los hombres no hay quien los entienda”, piensa para sus adentros. “Tanto pelearse por la custodia compartida y se pasa la vida inventando excusas para dejarme al niño”. Cruza a paso ligero una avenida ancha y sonríe al sol que se asoma tímidamente entre las nubes. ¿Con quién voy a estar mejor que con mi hijo?, le pregunta satisfecha a la sombra esbelta que la sigue.
    Mientras, al otro lado del gran Atlántico, aeropuerto internacional de Nasáu, Emi Abbott espera sudorosa -no sabe si por el calor o por los nervios- la llegada del hombre junto al que recibirá 2012.  
                                                                                                       RoCastrillo

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